Lucía Etxebarria y los malos profesionales | Divergencias - Blog elcorreo.com >

Blogs

César Coca

Divergencias

Lucía Etxebarria y los malos profesionales

Hay artistas y escritores que son verdaderos profesionales de lo suyo, y saben que su tarea no consiste sólo en crear. También deben difundir su trabajo, lograr que salga al mundo y un número amplio de personas sepan de su existencia. Así leerán su libro, irán a su función de teatro o al concierto o la sala de exposiciones. Sólo los muy grandes pueden permitirse el lujo de no hacer esa labor de promoción, porque su nombre es por sí mismo una garantía de difusión. Pero son muy pocos: cuando Spielberg rueda un filme o García Márquez publica un libro (por poner dos ejemplos, hay algunos más), si quieren dan entrevistas o hacen giras de presentación. Y si no quieren, no les apetece o no se encuentran con ánimos, no lo hacen. Su película y su libro tendrán millones de espectadores y de lectores.

Pero no todos los creadores se apellidan Spielberg o García Márquez. No todos son tan buenos ni tienen tanta fama. Los demás se ven obligados a hacer promoción. Los buenos profesionales la hacen bien, atendiendo a los medios con educación, respondiendo a sus preguntas (unas veces más interesantes, otras menos, como sus propias obras), firmando libros o discos para los aficionados, dando charlas… También hay malos profesionales que consideran que todo eso es un engorro y entonces maltratan a sus interlocutores, porque ellos se creen muy superiores y no entienden muy bien por qué les obligan a mezclarse con periodistas o con la plebe (sinónimos, al fin y al cabo).

Muchos de ustedes se habrán dado cuenta: las líneas anteriores han surgido de la entrevista que hoy publicaba este periódico con Lucía Etxebarria. La entrevista se la hacía -muy bien, por cierto- María Tapia, una joven compañera de la Redacción. Lucía Etxebarría se muestra borde, maleducada y presuntuosa. No le gusta conceder entrevistas y lo dice abiertamente, le molestan las preguntas de María. Preguntas educadas y bien formuladas, aunque en algún momento podían resultar incómodas, pero es que nadie ha dicho que las entrevistas se articulen a base de preguntas-adulación. La escritora llega a sugerirle con qué debe titular, le dice que no va a seguir respondiendo a ese tipo de preguntas… en fin, una joya.

Lo curioso del asunto es que Etxebarria fue responsable de márketing de una editorial antes que escritora, así que conoce a la perfección los mecanismos de funcionamiento de todo esto. Por eso se explica todavía menos su comportamiento intolerable, su desprecio hacia quienes la critican (“no tengo por qué leer lo que un niñato de no sé dónde escribe sobre mí”) y su, en general, mala educación. A María Tapia la interpela diciéndole si le haría esa misma pregunta a Pérez-Reverte.

¿Saben qué es lo peor de todo? Que, además, no es una buena escritora.

P.S. Por desgracia para mí, Lucía Etxebarria no podrá calificarme de niñato de no sabe dónde. Mis años no permiten ya que me llame niñato. Y de no sé dónde, tampoco. Soy de Bilbao.

Ah, y no olviden que acaba de empezar (escribo estas líneas a las siete en punto) la novena edición de Musika-Música. No dejen de ir.