He visto en un informativo de mediodía una protesta vecinal porque una asociación ha presentado un demanda para que se retire un enorme Cristo, levantado en un pueblo (creo que de Murcia) en lo alto de un cerro, sobre algo así como los restos de una muralla. El argumento es que se trata de un símbolo cristiano erigido sobre suelo público. La noticia recogía las protestas de un puñado de gentes al borde de la histeria, que aseguraban que pasarían sobre sus cadáveres antes de demoler la estatua.
Algunas consideraciones sobre la cuestión. La estatua es muy mala y la protesta tenía un tinte integrista que echaba para atrás. Ahora bien, me preocupa que alguien algún día reclame con el mismo argumento (símbolo religioso sobre suelo público) que se derriben la catedral de Burgos o el monasterio de Trujillo, o que se traslade a un almacén el Cristo de los Faroles de Córdoba. Me parece que de tanto pelear contra algunos símbolos vamos a terminar por acabar con nuestra propia historia. Una historia que dice que esas catedrales y estatuas son parte imprescindible de nuestro pasado y que ellas y lo que simbolizan no han hecho daño a nadie. Como sucede con las mezquitas de Turquía respecto de su historia (y es un estado laico) o el templo de Luxor en la de Egipto. Ya sé que no estamos hablando de cosas comparables, pero es el argumento utilizado lo que me inquieta. Se empieza por eso y no se sabe dónde se termina.