>

Blogs

César Coca

Divergencias

Elogio del silencio y crítica de los sindicatos y las asociaciones de consumidores

No es mi intención competir con mi admirado Ángel Lázaro, titular del blog El Cascarrabias, pero hoy voy a quejarme y despotricar un rato. Veamos.

Estos días he tenido que hacer de ‘rey mago’ y he recorrido un puñado de tiendas de Bilbao. En muchas de ellas, sobre todo las de ropa, reciben al potencial comprador con música a un volumen altísimo. Tanto que a los pocos minutos genera un notable dolor de cabeza. Y eso me sugiere algunas preguntas:

1) ¿Dónde están los sindicatos, tan preocupados por los horarios comerciales y el derecho al descanso de los trabajadores (me parece bien, ojo, para eso están, aunque tengo algunas dudas sobre el tema del derecho inalienable al descanso dominical de los trabajadores del comercio y no de otras ramas de actividad)? ¿La salud laboral no es un derecho? Estoy seguro de que muchos de esos trabajadores llegarán a casa con dolor de cabeza después de soportar durante horas un ruido semejante. Eso sin contar con que, si trabajan muchos años en esas tiendas, irán quedándose progresivamente sordos.

2) ¿Dónde están las asociaciones de consumidores? Se supone que éstas deberían preocuparse también de las condiciones en las que los consumidores compran y no sólo de los bienes o servicios que adquieren. Sin olvidar que si uno quiere salir corriendo de la tienda porque no aguanta más, con seguridad prestará menos atención a lo que está comprando, las condiciones, garantías, precios, etc.

3) ¿Por qué la música a todo volumen? ¿Quién la pide? ¿Se compra más en una tienda en la que suena a toda pastilla?

4) ¿Quién la elige? En muchos sitios, lo que suena es casi delictivo. Ojo, no estoy pidiendo los cuartetos de Beethoven en una tienda de ropa o de artículos deportivos, pero entre esas partituras y la basura que ponen en muchos sitios hay una enorme gama de posibilidades.

5) Y la última. ¿Por qué tiene que haber música? ¿Es necesario que la tengamos de fondo a todas horas, queramos o no? Desde el punto de vista del fomento de la cultura, lo peor que se puede hacer por la música es obligarnos a escucharla, nos guste o no, en todo momento y a todo volumen. Así que muchas tiendas de mi ciudad (como muchas de todo el mundo, supongo) deberían entrar en el grupo de enemigos de la cultura. Por favor, un poco de silencio.