La realidad suministra cada día muchos argumentos para plasmarlos en productos que se colocan en el mercado como de ficción. Hoy mismo hemos conocido la peripecia de un avión de una gran compañía estadounidense en el que los pilotos iban mucho más ocupados en discutir sobre problemas de la empresa que en atender el vuelo. El resultado fue que, pese a los avisos de los controladores, los pilotos se pasaron de largo 250 kilómetros. Sólo entonces se pusieron a lo suyo, se dieron cuenta de dónde estaban y dieron media vuelta. Mientras tanto, se habían activado las alarmas, había cundido el temor ante un posible secuestro (hay que imaginarse la cara de los controladores al ver que los pilotos no atendían sus llamadas y seguían volando en vez de descender hacia la pista…) y estaba dispuesta una flotilla de aviones de combate por si debían intervenir. El recuerdo del 11-S está todavía muy vivo.
Creo que esta pregunta ya la he hecho antes, pero vuelve a ser pertinente: ¿qué diríamos de una película o una novela cuyo argumento fuera precisamente ése? Pues que era inverosímil. ¿Cómo va a ser posible que en una industria tan controlada, donde todo está medido al milímetro, sea posible algo semejante? Ya lo ven, es posible. La ficción se queda siempre muy pequeña ante la realidad.