Desde hace más de una década, y con alguna meritoria excepción, no hay relación directa entre el premio Planeta y la literatura. Para ser justos, creo que los propietarios de la editorial no engañan a nadie a ese respecto. Otra cosa es el paripé del certamen, cada vez más cómico. Ayer, a las cuatro de la tarde, la Wikipedia, en su entrada sobre Ángeles Caso, ya incluía su premio, mientra el jurado seguía deliberando sobre diez candidatos. Y cuando todavía, oficialmente, estaba decidiendo su voto sobre los tres últimos (cuyos autores reales no se conocían, puesto que no se habían abierto las plicas; todo en teoría, claro), los periódicos se encontraban ya en rotativa con una completa información sobre ganador y finalista.
Pero eso es ya algo sabido, porque pasa casi todos los años. En cambio, les confieso que anoche, cuando se confirmaron los rumores de las últimas horas y se supo de manera oficial que la ganadora era Ángeles Caso y el finalista Emilio Calderón, sentí un cierto alivio. No he leído sus textos, claro, pero a primera vista se me ocurre que pudo ser mucho peor, dado que el día antes se hablaba en muchos foros de Elvira Lindo, Javier Sierra y Risto Mejide como candidatos mayores (“Ya no se puede caer más bajo”, decían algunos comentarios a esos rumores). Estoy aliviado, pero me resulta triste este resultado de un premio que entre sus ganadores ha tenido a autores como Vargas Llosa, Marsé, Cela, Sender, Muñoz Molina y algunos otros de notable relevancia. Qué tiempos aquellos.