Me lo han contado varias personas: Liber ha sido un fracaso sin paliativos. Muchas editoriales no han acudido a esta última edición porque la crisis las ha obligado a reducir gastos o simplemente porque han dejado de verle utilidad. Y en Fráncfort, que comienza mañana, las cosas tampoco parecen estar como para tirar cohetes.
¿La razón? Que en este mundo interconectado, en el que un editor puede contratar los derechos para publicar un libro escrito por un autor en la otra punta del mundo sin moverse de su despacho, cada vez es menos necesario reunirse unos días concretos en una ciudad concreta para hacer negocios. Sigue siendo atractivo curiosear, charlar con viejos conocidos, mantener las relaciones cara a cara… Atractivo pero irrelevante desde el punto de vista del trabajo estricto. Por eso son muchos quienes piensan que tarde o temprano, seguramente temprano, Fráncfort languidecerá. Claro que otras ferias menores ya serán historia. Los tiempos están cambiando. Ya lo cantaba Dylan hace casi… medio siglo.