Esta entrada en el blog aparece con mucho retraso, pero me parece que debo hacerla. Es sobre la muerte de Alicia de Larrocha, de la que no me enteré hasta el lunes por la noche porque he estado unos días fuera, alejado del mundanal ruido (al menos, del mundanal ruido de Bilbao).
Alicia de Larrocha fue durante décadas la gran dama de la música española. Alejada de clanes, discreta, una verdadera anti diva, desarrolló una carrera muy larga que se basó en dos pilares: el gran romanticismo (sobre todo Schumann) y la música española, en especial Albéniz, Falla y Granados.
La entrevisté dos veces, pero ninguna de forma personal porque era muy reacia a los encuentros con periodistas. La primera vez que hablé con ella estaba en EE UU y se ofreció a contestarme por escrito. Me envió sus respuestas en unos folios manuscritos y transmitidos por fax que aún conservo. La segunda fue una cosa bastante apresurada. Ella venía a tocar a Bilbao (su último concierto aquí: unas Noches en los jardines de España) y de pronto su agente me llamó para decirme que podía entrevistarla un par de horas después. Se daba la circunstancia de que yo estaba en Barcelona en ese momento y le planteé que podía ir a su casa, pero se negó. Dijo que el teléfono era la opción que prefería, y así se hizo, aunque me generó una cierta frustración. Aún recuerdo el título que me dio. “La música es mi vida”.
No pude asistir a ese concierto porque pasó algo grave (no recuerdo qué) que me impidió escapar de la redacción a las siete y media de la tarde. Se ha ido una gran artista. Por fortuna me (nos) quedan sus discos. Y los vídeos. Les dejo uno de ellos.