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César Coca

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Isabel Allende y los topicos

A todo el mundo, intelectuales incluidos, se le escapan tópicos revestidos de pensamientos profundos. Tengo comprobado, por mi experiencia en entrevistas a mucha gente -en algunos casos, de enorme prestigio internacional- que incluso ellos, en cuanto se les pregunta por algo que se sale de aquello que conocen en profundidad, recurren con frecuencia a los tópicos más gastados, vestidos eso sí con ropajes diversos.

El último caso es muy reciente. La escritora Isabel Allende estaba en Madrid presentando su último libro, La isla bajo el mar, que narra la historia de una esclava mulata en el siglo XVIII. No puedo juzgar el libro; acaba de salir y no lo he leído. Pero sí voy a calificar como tópico en el más amplio sentido del término algo que Allende dijo ayer. Lo reproduzco tomado de las agencias que han difundido la noticia: “Las mujeres pueden y deben acabar con la militarización del mundo; la paz debería ser su gran proyecto para el futuro (…) Las mujeres, en años venideros, deberán conseguir que buena parte de los 650 billones de dólares que anualmente invierte Estados Unidos en armamento se dediquen a hacer escuelas, centros de salud, políticas de protección a los menores o espacios para el ocio (…) Mientras el mundo esté gobernado por mentes masculinas, seguirá habiendo guerras, pues detrás de los conflictos bélicos hay mucho dinero y poder en juego”.

Dejemos a un lado que convierte el billion inglés en billón en español, con lo que multiplica por mil el gasto armamentístico de EE UU (ojo, que me sigue pareciendo una barbaridad, pero mil veces más sería una barbaridad mucho mayor). Al margen de ese error, la señora Allende parece olvidar que hay ya unos cuantos ejemplos de mujeres que han ocupado cargos importantísimos en política y no se ha notado un descenso del afán belicista de sus países. ¿Nombres? De Golda Meir a Indira Gandhi, de Margaret Thatcher a Condolezza Rice. Por no hablar del pasado lejano, de tantas reinas que emprendieron campañas militares y mostraron un afán expansionista similar al de sus antecesores (hombres) en el cargo.

Ni todos los hombres somos partidarios declarados de la guerra y la violencia (no creo que nadie haya dicho nunca de Gandhi que lo era) ni todas las mujeres son seres angelicales dispuestos a negociar hasta el amanecer y ceder cuanto haga falta para evitar un conflicto. Por eso, conviene no generalizar. A los intelectuales debemos exigirles algo más que tópicos.