Varios escritores me han comentado en los últimos días que están empezando a sufrir en sus carnes los efectos de la crisis: los editores han dejado de pagarles o han empezado a hacerlo con notable retraso. Me llegan noticias de que eso sucede no sólo en algunos sellos pequeños; al parecer, en más de uno de los denominados medianos y en alguno de los grandes (aunque no de los más grandes, al menos hasta donde yo sé) está empezando a pasar también.
El asunto es muy grave porque los escritores viven de eso. O viven en parte de lo que escriben.
Parece que vuelve a ponerse de moda el arte por el arte. Es una ironía, por supuesto.