Ustedes saben que desde hace más o menos un mes, los posts que aparecen en este blog están publicados mediante un sistema de programación automática, y fueron escritos antes de irme de vacaciones. Por ello, no sé qué habrá ocurrido con la crisis de Honduras cuando este comentario salga en Divergencias, crisis que tenía un aspecto más bien malo cuando redacté estas líneas.
Los casos de caudillismo en América Latina, las asonadas militares y las largas etapas de totalitarismo de todo tipo han sido tantos desde la independencia de esos países que incluso han dado lugar a un subgénero literario: la novela de dictadores, que ha sido desarrollada en aquel continente como en ningún otro lugar. Yo, el Supremo, La fiesta del Chivo, El señor Presidente, El otoño del patriarca, El recurso del método… son sólo las más conocidas, pero hay muchas más. Me parece que merece la pena que revisemos alguna porque seguramente nos ayudará a comprender mejor lo que sucede al otro lado del Atlántico, esa zona del mundo que nos es tan próxima por razones históricas y culturales y que tan mal entendemos. Creo que voy a salir corriendo a coger una.
P.D. Un famoso obispo ya retirado dijo una vez en una entrevista que no leía novelas porque no tenía tiempo. Grave error. Se aprende mucho de la vida y del alma humana leyendo (buenas) novelas. También de los dictadores.