El Teatro Real estrenará este viernes una producción de la ópera Tannhäuser, de Richard Wagner, que ha suscitado polémica incluso antes de la primera función. La dirección escénica es de Ian Judge, quien ha llevado la trama argumental hasta el siglo XIX y ha dispuesto que en escena aparezca un amplio grupo de hombres y mujeres jóvenes desnudos. Según vi ayer en televisión, las entradas están agotadas y parece que en la reventa se ofrecen precios muy altos por una localidad.
Si ese enorme interés por esa ópera de Wagner (extraordinaria, por otra parte) se debe a los desnudos, es como para echarse a llorar. Yo pensaba que a estas alturas, después de todo el cine que hemos visto y de no pocas funciones de teatro (sin olvidar el espectáculo habitual en las playas), eso ya no llamaba la atención de nadie. Pero parece que sí. Porque una expectación semejante no la hubo cuando hace unos años vino Barenboim con la Staatsoper de Berlín para ofrecer ese título también en el Real, y eso que la grabación con la misma orquesta y casi idénticos solistas había conseguido excelentes críticas meses antes.
Así que les confieso que he recibido la noticia con una cierta perplejidad. Pero bueno, si por las razones que sean hay personas que van a ir a la ópera por primera vez, bienvenidos sean los desnudos. Se encontrarán con una música bellísima. A mí me impresiona especialmente la obertura, y me trae recuerdos de un amigo que, cuando ambos teníamos 20 años, la tarareaba con gran entusiasmo. Él me hizo escucharla por vez primera. Nunca le estaré lo suficientemente agradecido. Creo que ya he puesto antes el vídeo en este blog, pero merece la pena repetirlo. Disfruten de Tannhäuser, con o sin desnudos.