De la película Walkiria, que se estrena mañana, al director alemán Christoph von Dohnányi, que ha hecho la mayor parte de su carrera en EE UU. No se trata de un juego del estilo de cómo unir a Leonardo da Vinci con Mónica Naranjo en cinco pasos. En este caso es mucho más sencillo. Lo que quiero es contarles una historia de música, guerra e infamia. Y de heroísmo, también.
Si les parece, vamos al origen. Y el origen es el compositor húngaro Ernö Dohnányi o Ernst von Dohnányi, que de ambas formas firmaba sus trabajos. Un músico conservador en sus ideas artísticas, cuya obra (conozco sobre todo sus dos conciertos para piano y orquesta, con clara influencia de Brahms) corresponde más al siglo XIX que al XX en el que fue escrita. Pero eso no le impidió ayudar cuanto pudo a gente mucho más moderna, como Bartók y Kodaly.
Dohnányi se casó con la pianista Elisabeth Kunwald y tuvo dos hijos, uno de ellos llamado Hans. Éste, que se instaló en Berlín cuando sus padres se separaron, cursó estudios de Derecho y en los años treinta empezó a trabajar como consejero legal para los más importantes líderes nazis. Mientras, su padre ocupaba cargos importantes en orquestas y centros académicos de Hungría. Hans no tardó en descubrir las atrocidades que estaban haciendo los nazis y sus planes para llevar a cabo más atrocidades en el futuro. A partir de la noche de los cuchillos largos, entró en contacto con la resistencia anti-nazi y empezó a colaborar con sus grupos.
Ya durante la la guerra, Ernö en Hungría y su hijo Hans en Alemania trabajaron en favor de los judíos. El padre dimitió de todos sus cargos. El hijo se unió a una conspiración encaminada a derrocar a Hitler mediante un golpe de estado, en 1943, que no llegó a ponerse en marcha. Sin embargo, su nombre no apareció en la investigación posterior. Sólo cuando el atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944 fracasó (y eso es lo que cuenta la película Walkiria) los investigadores dieron con Hans Dohnányi. En ese momento, su hijo Christoph, el futuro director de orquesta, tenía 15 años.
Hans fue juzgado y ejecutado en un campo de concentración, ya en 1945. Unas semanas más y habría salvado la vida. Años más tarde, su padre fue acusado por el nuevo gobierno comunista instalado en Budapest de ser amigo de fascistas y se vio obligado a emigrar a Florida. Murió en Nueva York en 1960. En EE UU ha sido donde su nieto, un buen director aunque la crítica no lo sitúe entre los diez o quince mejores del mundo, ha desarrollado la mayor parte de su carrera.
En fin, que ya ven la relación entre la película Walkiria y el director Christoph Dohnanyi. Y ven también lo injusta que puede ser la historia. El viejo Ernö, que arriesgó su vida para salvar a muchos judíos y se enfrentó de esa forma a los nazis, que perdió a un hijo implicado en complots contra Hitler, tuvo que soportar que lo acusaran de fascista y se vio obligado a emigrar, ya anciano, para no dar con sus huesos en la cárcel. A veces la música tiene sus héroes, y no sólo en lo artístico.