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César Coca

Divergencias

Balance (con retraso) de 2008

Como les dije, tiré un largo post en el que hacía balance de 2008 en el momento en que un coche bomba explotó frente a la sede de EITB. Pero luego me comprometí a publicarlo, una vez dejada constancia de lo que pienso sobre quienes creen que poniendo bombas defienden la libertad.

No he podido recuperar el comentario, así que lo reconstruyo, pero en vez de hacer una cosa tan argumentada como aquella voy a resumir en ocho puntos lo que pienso que ha sido lo mejor y lo peor de 2008 desde el punto de vista de la cultura. Por supuesto, creo que ha habido bastantes cosas buenas pero me parece que en su conjunto el ejercicio ha sido flojito.

Lo que sigue no pretende sentar cátedra. Seguro que me dejo muchas cosas positivas y muchas negativas en el tintero. Sólo quiero apuntar algunas que me han llamado la atención.

Lo mejor

1.Por fin le dieron el Cervantes a Juan Marsé. Creo que nunca ha habido un premio con un nivel tan alto de acuerdo en este país.

2.Me gustaría que nuestros escritores y artistas favoritos (como nuestros seres queridos) fueran inmortales, para seguir disfrutando toda mi vida de sus creaciones. A comienzos de 2008 nadie habría apostado un duro porque leeríamos una novela nueva de Saramago. Pero se obró el milagro. El autor portugués se recuperó de su dolencia y terminó El viaje del elefante. No es su mejor trabajo, pero ahí está su impronta, en un relato con mucho más sentido del humor del que ha hecho gala otras veces.

3.Los museos vascos, sobre todo Guggenheim y Bellas Artes de Bilbao, han recibido un elevado número de visitantes, gracias a algunas exposiciones magníficas. El año se cerró (la muestra sigue aún, vayan a verla si no lo han hecho) con Visión de España, de Sorolla. Lo mejor que ha habido en el Bellas Artes en bastante tiempo.

4.El sector discográfico clásico parece sobreponerse a la crisis explorando caminos nuevos. Cada vez es más frecuente que los lanzamientos de compactos vayan acompañados de la posibilidad de descargar la música a través de Internet, pagando por las piezas que uno desee. Y es ya muy habitual que los discos lleven algo que los haga más atractivos: un DVD, una caja con mucho material documental…

Lo peor

1.El cine español ha tenido otro año para olvidar. Y, lo que es peor, no sé si sirve ya la disculpa de que el estadounidense tiene una gran promoción y por eso la gente acude a las salas. Desde luego, yo tengo muchas dudas de que ésa sea la principal explicación del desafecto que sienten los espectadores.

2.Apagadas ya las luces de las celebraciones del décimo aniversario del Guggenheim, han empezado a aflorar historias poco edificantes. Estoy convencido de que sacarlas a la luz no va en detrimento del interés que el museo suscita. Quienes han usado ese argumento deberían explicar si ellos piensan que la gente dejaría de ir al Louvre si se supiera que un directivo ha metido mano en la caja o que ha habido una desastrosa operación especulativa en una compra. Quizá en 2009 sepamos en qué consiste exactamente el significado que la consejera Azkarate da a la expresión “asumir las responsabilidades políticas”. De momento, la imagen que ha dado es la de una persona desbordada por los acontecimientos y mal asesorada (esto último no es nuevo).

3.Nadie, ni siquiera los intelectuales más relevantes, está a salvo de decir tonterías. Se han dicho muchas en este año concluido, pero una de las más notorias fue la Horace Engdahl, cuando habló de una literatura estadounidense ensimismada y mucho menos relevante fuera de sus fronteras que la europea. Una verdadera sandez.

4.No me olvido de la crisis. El año terminó con muchas amenazas para el sector de la cultura, en forma de posibles recortes de patrocinios y subvenciones. Una nube negra para un ámbito muy sensible al contexto general.