Soy el primero de los tres en volver de vacaciones, así que vamos a teclear unas líneas para desentumecer los dedos y quizá, con suerte, la cabeza.
Que conste, precisamente, que yo defiendo el derecho a que se entumezca la cabeza, y más por estas fechas. Lo que no entiendo son esos sermoncillos que nos dan la lata con lo que hay que leer en verano y lo que no.
Sinceramente,el que no lea una tarde de domingo lluvioso, ¿por qué va a hacerlo un día de playa? Y el que lee una tarde de domingo lluvioso, ¿tiene que leer también un día de playa? Sí o no. Depende. Como él quiera. Pero no hay ninguna necesidad de leer en el agua, como parece querer decirnos esa especie de márketing demente que ha producido libros acuáticos.
Esos sermoncillos pesados y sus palabras llenas de grandeza deprimen más que animan, y parecen revelar una mala conciencia porque la gente no lee… ni siquiera en verano.
Tranquilos,relajaos, peor va de lo de la construcción.