La Iglesia ha sido durante siglos el mejor mecenas de Occidente. Eso no lo puede negar nadie, por muy ateo que sea. Hay miles de iglesias, monasterios y conventos en Europa y América que son verdaderas joyas arquitectónicas, miles de cuadros de tema religioso de los mejores pintores de su tiempo, miles de partituras musicales que fueron encargadas a los mayores compositores para los oficios religiosos.
Me pregunto si la Iglesia , que tiene un evidente problema de reducción del número de fieles, ha pensado alguna vez en usar todo eso como elemento de atracción de la gente a los oficios religiosos. No planteo nada que no se esté haciendo. Por Europa, es frecuente anunciar el organista que tocará en la misa mayor del domingo. Y en los templos protestantes tampoco es inusual adelantar quién será el sacerdote que hará el sermón. La oratoria, la elegancia del verbo y la claridad expositiva como ganchos para los fieles. Por supuesto, acompañado todo ello por un derroche de arte. Seguro que muchos de ustedes han visto en Suiza o en Alemania o en Hungría iglesias llenas porque la gente ha ido a oír al organista. Puede que algunos de ellos repitan y quizá ya no sólo por la música. Tengo un amigo que dice que la música de Mozart es la mejor demostración de la existencia de Dios: es tan bella que sólo alguien tocado por un ser superior habría podido componerla, explica. Así que Dios existe.
No lo puedo demostrar, pero estoy convencido de que un mensaje espiritual bellamente expuesto, en un escenario de gran valor artístico y acompañado por una música sublime llega mejor a los fieles que si lo transmite un cura a quien no acompaña el don de la palabra, en un templo que es una lonja en un edificio de suprema fealdad y sin música. ¿Por qué la Iglesia no usa ese arte que ha promovido para difundir mejor su mensaje?
(La iglesia de la foto es la de Santo Tomás, en Praga )