Antes, volvíamos de un viaje de una semana con nuestros dos o tres rollos de 36 fotos completos, las colocábamos en el álbum y de vez en cuando lo sacábamos para recordar el viaje. Verlas y comentarlas nos llevaba una hora, como mucho. Ahora, repasar los centenares o miles de fotos que hacemos en las mismas circunstancias nos lleva muchísimo tiempo. Tanto que o no volvemos a verlas más o si lo hacemos emplearemos una bonita tarde de sábado o domingo. Es decir, dejaremos de vivir por recordar lo malvivido. ¿No les suena a Funes el memorioso (el cuento completo aquí), aquel personaje de Borges capaz de recordar cada segundo de su existencia, de manera que para revivir sus primeros 20 años necesitaba otros 20, pero para entonces ya había cumplido 40 y tenía 20 nuevos años para rememorar, y así hasta su muerte?