Watson acaba de regresar de la guerra de Afganistán y está
buscando una habitación en Londres. En el bar Criterion se encuentra
con un joven médico que ha trabajado a sus órdenes, Stamford, quien le habla de un posible compañero de piso, si bien le advierte de su excentricidad.
-Por lo que veo, ha estado usted en Afganistán.
-¿Cómo diablos lo sabe?
Éste es el primer cruce de palabras entre Holmes y Watson, tal y como aparece en ‘Estudio en escarlata’ (Punto de lectura),
y en él se revela la personalidad de uno y otro, del artista de la
deducción y del fascinado compañero. Al día siguiente inspeccionan el
número 221 B de Baker Street, y ya no se moverán de ahí. Hasta hoy.
Watson cuenta el primer caso del detective, que empieza con un cadáver hallado en una casa en ruinas de Brixton. Junto al muerto, en una de las paredes, aparece escrita la palabra RACHE.
Holmes se apropia de un anillo de casado en la escena del crimen y pone
un anuncio en el periódico para ver quién lo reclama… En la segunda
parte del libro, el detective salta a Estados Unidos y se adentra en una comunidad mormona para resolver el caso de un asesinato,
quizá cometido por amor y venganza. Con el tiempo, Holmes desarrollaría
más su personalidad, siempre ante la mirada y con la ayuda de Watson,
pareja de hecho donde las haya.
(Publicado en El Correo, el 15 de abril)