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César Coca

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Que venga la cultura a salvarnos (2)

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Hace unos meses titulé un post de esta forma, y ahora escribo la segunda parte, sólo que esta vez mucho más en serio que aquella. Ya saben ustedes lo que pasó ayer en el campo del Betis: un delincuente arrojó una botella que fue a dar en la cabeza del entrenador del Sevilla, Juande Ramos. Antes, otros objetos habían estado a punto de alcanzar a algún jugador. Partido suspendido, algunos energúmenos de cerebro similar al de una oruga que apedrean la ambulancia que se lleva al entrenador y una pequeña pandilla de descerebrados (los he visto en televisión) que gritan alegres “Juande, muérete; Juande, muérete”. Unamos a eso el edificante espectáculo previo de los presidentes animando de forma indirecta a los hinchas a que se mataran antes, durante o después del partido.

Por favor, que venga la cultura a salvarnos. Estoy convencido de que los descerebrados que han protagonizado estos incidentes no son precisamente personas que leen libros, van a los museos los fines de semana y curan su melancolía escuchando los últimos cuartetos de Beethoven. Me apuesto algo a que si juntamos los libros que todos ellos han leído en el último año (incluyo a los presidentes y propietarios de los clubes; me dicen que uno de ellos es ¿abogado?. ¿Qué estudió este señor en la Facultad?) apenas tenemos lectura para unos minutos.

Un estadio de fútbol es hoy la peor escuela de civismo y tolerancia. Por favor, no crean que esto es algo que sucede en otros lugares. En nuestros campos también se arrojan objetos y también se insulta (a veces hay quien confunde un gentilicio con un insulto) a los rivales y a los hinchas de los rivales. Por supuesto que en los campos hay gente normal, buenos ciudadanos que van a ver jugar al fútbol y a animar a su equipo. Pero me temo que cada vez son menos. Yo ya conozco a alguno que ha decidido no llevar nunca a sus hijos a un estadio, para no verse obligado a dar enojosas explicaciones sobre comportamientos inaceptables.

Sólo la cultura, entendida en su sentido más amplio, puede resolver este problema. Y eso es algo en lo que deberían pensar los responsables educativos, tan empeñados en quitar horas lectivas de Filosofía, Historia y Literatura, para dárselas a la Tecnología (antes lo llamábamos Trabajos Manuales), la Informática y demás. Si no, en breve los partidos se jugarán a puerta cerrada. Al tiempo.

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