

Pero quiero hablar de otra cosa. Las dos vidas de las que habla ahora Seth son la de uno de sus tíos, dentista de profesión, y su esposa, una judía alemana que huyó a Inglaterra en los años del nazismo y de esa manera evitó una muerte segura. El autor reconstruye esas dos vidas a partir de lo que su tío le contó y con la ayuda inestimable de las cartas que él y su esposa recibieron y escribieron (y de las que guardaban con celo copias hechas con papel carbón) a lo largo de los años.
Ahora hablamos por teléfono y nos comunicamos por SMS y correos electrónicos que nadie creo que conserve. ¿Será posible un libro como Dos vidas dentro de unas décadas? ¿Cómo podrá seguirse el rastro de una vida cuando las huellas de la misma se hayan perdido en la inmensidad de la red o hayan terminado en el icono de la papelera de nuestro ordenador? ¿Cómo puede seguirse la trayectoria vital de alguien a través de los SMS enviados y recibidos?