A continuación, una lista de deseos no exhaustiva y que puede incrementarse según los amables lectores estimen oportuno.
1. Que artistas, autores, actores y demás tropa no sean el centro del mundo o la reencarnación del Genio. No hay nada que apunte hacia lo uno o lo otro. Más bien parece lo contrario.
2. Que nadie intente descubrir el mundo con sus predicciones, generalmente apoyadas en información defectuosa o insuficiente (Ej: muerte del libro y otros palos que tenemos que aguantar con obstinada recurrencia.
3. Respeto a las minorías culturales. Al fin y al cabo, la democracia
se basa en la regla de la mayoría combinada con el respeto y la
protección de la minoría. Confundir cultura con la cultura que más vende seguirá
constituyendo un delito de pereza-vagancia mental y física (hay que
acercarse a las librerías, galerías y tiendas de música).
4. Relacionado con lo anterior y esto va para nosotros, periodistas:Que no siempren aparezcan las mismas caras, repetidas hasta la saciedad. Vamos, un peñazo.
5. Que el Guggenheim ordene de manera inteligible sus exposiciones: ¿Por qué ese orden en la muestra sobre África no otro?