Van algunas preguntas para centrar el tema: ¿por qué está la plaza de toros medio vacía en las corridas que hay en junio o septiembre, por bueno que sea el cartel? ¿Cuántos de los que llenan la plaza en agosto pagan su entrada? ¿Están seguros quienes sostienen este tópico de que es el verdadero teatro lo que gusta, o son -siempre en agosto- las obras protagonizadas por Arturo Fernández y Pedro Osinaga o los monólogos de los personajes televisivos los que cuelgan el cartel de ‘no hay billetes’?
No me voy a poner pesado con la comparación, pero sugiero a los que persisten en la enorme afición por teatro y toros que consulten las cifras de asistencia a museos y a conciertos de música clásica. Y que tengan en cuenta además que la mayor parte de las localidades vendidas en el teatro corresponden a obras que son al teatro lo que las películas de Santiago Segura al cine o las canciones de David Bisbal a la música. A partir de ahí me temo que el tópico no dura ni cinco minutos más. Hay un pequeño grupo de aficionados, y ya está. Tampoco pasa nada por ello.