Puede ser casual, pero en pleno debate social y político sobre la mal llamada memoria histórica (¿hay memoria que no se refiera a la historia, aunque sea la más íntima de cada uno?) ayer emitieron en TVE un episodio de Cuéntame en el que siquiera de forma lateral aparecían los demonios de la Guerra Civil.
Lo resumo en pocas palabras: Carlitos, el hijo de los Alcántara, conoce
en las fiestas del pueblo familiar a una niña por la que siente una
atracción inmediata. Se da la circunstancia de que la cría es nieta del cacique local, que durante la contienda ordenó matar al abuelo de Carlitos, es decir, al padre del personaje interpretado por Imanol Arias.
La primera reacción de Imanol Arias es alejar a su hijo de la niña.
Cuando Carlitos comienza a bailar con ella en la verbena, quiere
incluso impedírselo. Es su hermano (magnífico Juan Echanove)
quien le dice que no puede olvidar quién dio la orden de matar a su
padre, pero qué culpa tienen Carlitos y la muchachita de todo ello. Es
decir, que los hechos son los que son, hay que investigarlos y recordarlos, pero lo que se impone a continuación es seguir viviendo y no pensar que los descendientes de quienes cometieron atrocidades tienen culpa alguna por ello.
La memoria es necesaria, porque si uno la pierde ha perdido lo más
importante de sí mismo. Pero ¿justifica eso que un agravio del pasado
debe compensarse con otro de signo contrario en el presente? Llevado a
sus últimas consecuencias, eso es la guerra de todos contra todos,
porque no hay un solo metro cuadrado de tierra en el planeta que alguna
vez no haya sido escenario de un hecho violento, ni una sola persona
que no tenga un antepasado, más o menos remoto, que cometió o
contribuyó a cometer alguna atrocidad. En El Correo, el profesor