Supongo que queda fatal poner muy bien a alguien en un blog.
Como que no va con el formato. Aunque también es cierto que en esta
esquina de callejuela uno puede airear con más libertad sus filias y
sus fobias: sí, también las primeras. No voy a descubrir a Herralde.
Está suficientemente descubierto y quien desee conocerle mejor ahora
tiene una inmejorable oportunidad, la publicación de sus memorias editoriales, tituladas ‘Por orden alfabético: escritores, editores, amigos’. Sólo quiero recordar algo más que lo obvio. Que Anagrama empezó como una editorial de ensayo
y que en este campo ha publicado a gente tan importante como
Enzensberger o Bourdieu, entre otros muchos. Tampoco quiero olvidarme
de la colección Contraseñas, la que ha publicado a Bukovski y tantos viejos y jóvenes indecentes.
Lo más importante de la figura de Herralde es, además, su influencia
en los editores jóvenes. Todavía hoy una buena parte del oficio de
editar, como el de escribir, nace de la vocación y sé porque me lo han dicho que estos ‘insumisos’ se miran el espejo de Herralde y de otros editores, como Beatriz de Moura, y no en el ejecutivo que cae en una editorial como podría haber caído en la división de coches coleccionables en miniatura.
El ejemplo es vital para que esto siga. Estos, los jóvenes, sueñan con
hacer un catálogo en el que haya decenas de autores con importantes
premios y que encima venda de maravilla. Mientras siga existiendo esta
ilusión, estamos salvados