Como bien no dijo Luis Racionero,
la diferencia entre poner unas comillas y no ponerlas, entre citar al
autor de una frase y hacerla aparecer como propia, es justo el límite que separa al escritor respetuoso del trabajo de los demás, que lo utiliza como base para avanzar y obtener sus propias conclusiones, del pirata que enarbola la bandera negra con la calavera y las dos tibias y se lanza al mercado a saquear lo primero que se presente.
Lucía, estamos hartos de los descuidados como tú, que siempre
encuentran una disculpa para su acción (“el ordenador me jugó una mala
pasada”), y que desde luego no piden perdón nunca. Ya sé que
Internet es algo así como una repleta caja de caudales, llamativamente
abierta y puesta frente al público. Pero siempre se ha podido
distinguir entre quien ha pasado de largo (“esto no es mío”) y con
frecuencia ha avisado a los propietarios, y quien ha llenado sus
bolsillos y se ha llevado para casa cuanto podía.
Supongo que te quejarás de nuevo de acoso mediático. Curioso que
lo hagas tú, que has sabido utilizar como nadie a los medios de
comunicación para vender tus libros. Además, me temo que vas a seguir
haciéndolo -utilizar a los medios-, que para eso eres una diva y aseguras a tus íntimos que si no fueras mujer ya estarías en la Real Academia. Y una vez dentro a ver quién te acusaba de plagiar a un pobre profesor de Universidad…