Así que ante la escasa oferta nueva lo mejor es emplear el tiempo en recuperar todo eso de lo que no hemos podido disfrutar en los ocupados meses anteriores: los libros que hemos ido almacenando en las estanterías, los discos que tenemos ganas de oír pero aún tienen el envoltorio de celofán sin quitar y esas exposiciones que llevan tres meses abiertas pero todavía no hemos podido visitar.
Creo que incluso vienen bien estos parones para ponernos al día. Aunque
algunos de esos devoradores de libros y discos, espectadores asiduos de
las temporadas de las orquestas y visitantes fijos de cuantas
exposiciones se organizan seguramente estarán pensando que este es un
mes muy malo, sin nada nuevo que ver, oír o leer, y que lo que me
sucede a mí es que tengo una vida cultural bastante limitada. Lo que seguramente es cierto. Dicho lo cual, reitero que este mes se puede aprovechar para recuperar una pequeña parte del terreno perdido durante todo el semestre anterior.