No desvelo el final de la novela, cuya lectura recomiendo vivamente. Pero sí adelanto que Waugh sabía de lo que escribía, porque él mismo había estado en Abisinia y conocido a la fauna periodística que por allí pululaba. ¡Noticia bomba! es la sátira más feroz que he leído sobre los corresponsales de guerra y los periodistas en general.
La noticia del tertuliano que publicaban los periódicos estos días es
la prueba del nueve de que tal y como están montados esos coloquios
(por ser justos, algunos de ellos, no todos) es perfectamente posible que un profano en una materia concreta opine con naturalidad
y muy pocos perciban su ignorancia. Lo que puede llevar a conclusiones
bastante más dramáticas sobre determinados medios de comunicación,
algunas audiencias y el concepto de espectáculo aplicado a lo que
debería ser información. Pero ése es otro debate.