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César Coca

Divergencias

Confusiones reveladoras

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Todavía me estoy riendo con la noticia de la equivocación del productor televisivo
que metió en un debate sobre Internet a un aspirante a un puesto
administrativo en la cadena. Lo contaba Íñigo Gurruchaga en una crónica
el pasado miércoles. Y al leerla me acordaba de una gran novela de Evelyn Waugh, ¡Noticia bomba!,
que tiene un arranque muy similar: el propietario de un gran diario
quiere mandar a un corresponsal a una guerra en un país africano -que
se identifica fácilmente con Abisinia-,
y por el parecido de los nombres acaba por enviar no al avezado
reportero con experiencia en contiendas bélicas, sino a un modesto
colaborador encargado de la sección semanal de jardinería.

No desvelo el final de la novela, cuya lectura recomiendo vivamente. Pero sí adelanto que Waugh sabía de lo que escribía, porque él mismo había estado en Abisinia y conocido a la fauna periodística que por allí pululaba. ¡Noticia bomba! es la sátira más feroz que he leído sobre los corresponsales de guerra y los periodistas en general.

La noticia del tertuliano que publicaban los periódicos estos días es
la prueba del nueve de que tal y como están montados esos coloquios
(por ser justos, algunos de ellos, no todos) es perfectamente posible que un profano en una materia concreta opine con naturalidad
y muy pocos perciban su ignorancia. Lo que puede llevar a conclusiones
bastante más dramáticas sobre determinados medios de comunicación,
algunas audiencias y el concepto de espectáculo aplicado a lo que
debería ser información. Pero ése es otro debate.

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