Estos días puede verse en Bilbao Los cuentos de Hoffman, de Offenbach, en la temporada de la ABAO. Todo el mundo conoce al menos un tema de esa obra. Un claro ejemplo de que el cine (como la televisión) puede hacer famosa una ópera sin que trate para nada acerca de ella.
¿Cuántos millones de personas en todo el
mundo (de los que una amplia mayoría no habría asistido jamás a una
ópera ni tendría un disco) han visto La vida es bella? En esta
película, hay una escena simpática, pero nada trascendente, en la que el personaje interpretado por Benigni acude a la ópera
solamente porque su amada también lo hace. Sobre el escenario está Los
cuentos, y el tema que suena es la célebre barcarola.
¿Habrá conseguido Benigni que un
porcentaje, siquiera mínimo, de los espectadores de su filme hayan ido
a ver completa la obra póstuma de Offenbach o compren el disco?
Seguro que sí. Sólo por eso (y no pongo en duda otros muchos valores de
la película, sobre los que en Pantallazos pueden hablar con mayor
conocimiento) ya se justificaría la película. Si la cultura de masas
hiciera algo más por la alta cultura otro gallo nos cantaría…