Me refiero, cómo no, al tema baronesa Thyssen. No,
no esperéis que haga un sesudo análisis sobre la edad de los árboles
-¿40? ¿50? ¿70? ¿100?- ni sobre cuántos hay que talar -¿700? ¿29?- para
poner las bonitas aceras de Álvaro Siza. Tampoco me voy a meter con las peregrinas razones de Tita Cervera,
por ejemplo, la que dice que los cuadros sufrirían por la polución.
Como si en el Thyssen abriesen las ventanas por la mañana para airear.
A lo mejor lo ha confundido con su palacio. Yo estoy más por lo
emocional.“Los árboles me dan una onda divina“, ha declarado la baronesa, mientras al lado escuchaban Pilar Bardem y Boris Izaguirre: ¡Ecologistas en acción!
A mí lo más chabacano me parece el pollo en sí,
es decir, que ahora se monte el jaleo que se ha montado porque Tita
diga que se va a subir a un árbol. Estos días de fin de semana he
escuchado todo tipo de tonterías: un par de indocumentados decían en la
radio que ya Tita había sido mujer de un actor que hacía de Tarzán, por
lo que no les extrañaba que se subiese al árbol Tita, no Chita, ja, ja,
ja. Claro que ninguno de los dos se acordaba de qué marido de Tita
había hecho de Tarzán, Lex Barker, que el ¿pobre? Heini no estaba para
esas cosas, ja, ja, ja.
A lo que iba: que todos los medios de
comunicación nos hemos caído del guindo cuando la baronesa se ha puesto
al frente de la manifestación en plan onda divina. Si no, los
ecologistas no se habrían comido ni un breve. Se lo decía el
organizador de la manifestación a otra radio: “Os debería que hacer
reflexionar, porque llevamos un año y pico protestando y es la primera
vez que nos sacáis”. Y si se va la baronesa, la última, querido.
Nos va el folclore. Sólo hace falta que vaya Isabel Pantoja y se encarame al plátano.