No sé de dónde viene la fiebre de los aniversarios, si antes
había más o menos que celebrar, pero lo cierto es que ahora lo
celebramos todo. En particular, los medios de comunicación. “¿No vais a
hacer nada sobre fulanito? Se cumplen 70 años de su muerte”, me decía
un amigo hace muy poco, con su mejor intención. ¿Por qué 70 y no 72 u
88? ¿Dónde empieza y termina la redondez de los núméros? ¿No parece que, precisamente, 88 es más redondo que 75? Los aniversarios son pura convención que ahora se usa, desde el poder, para reforzar los mitos nacionales.
Los medios de comunicación seguimos el santoral. A mí me gusta mucho
Francisco Ayala, sobre todo sus ensayos, de los casi nadie parece
acordarse. Hay uno, El escritor en la sociedad de masas, publicado en los cincuenta, que se lee como si lo hubiera escrito hoy mismo. Y yo me digo: ¿Servirá este aniversario para que la gente conozca este u otros ensayos? La misma pregunta es de una ingenuidad estomagante. Se jaleará al superviviente de una edad pasada, al exiliado. No hay aniversario jaleado desde la política que no tenga intenciones propagandísticas.
Es triste, poco cultural y escasamente democrático. Pero es así. Sólo
me queda una esperanza: que durante estos días se sienta más
querido.