El otro día hablaba con Gonzalo sobre algunos escritores que nos gustan y en la conversación salió un tema al que siempre le he dado vueltas: Los escritores piloto, o sea, los escritores que en algún momento de su vida se han dedicado a la aviación. Supongo que el hecho de que sean aviadores y a la vez narradores es una mera casualidad aunque también creo que el haberse jugado la vida mientras contemplaban el mundo como un escenario de juguete les ha influenciado a la hora de contar sus historias. Todos ellos tienen un espíritu vitalista mezclado con cierto sentido trágico y, además, casi nunca aburren.
Antoine de Saint-Exupery: El primero de ellos, sin duda alguna, tiene que ser Antoine de Saint-Exupery, el único que murió a los mandos de un avión. (Un P-38, el dragón de dos colas). No sólo por El Principito, sino también por Vuelo Nocturno o Piloto de Guerra. Este último, que narra la derrota francesa ante los nazis, es magistral. Recuerdo la descripción de un vuelo al anochecer en el que compara la belleza de la artillería antiaérea que quiere derribarle con unos fantásticos fuegos artificiales. Y también su obsesión con seguir adelante pese a saber que todos sus esfuerzos son en vano.
Roald Dahl: Su experiencia como piloto de caza de la RAF en Grecia, durante la Segunda Guerra Mundial, está contada en ‘Volando solo’. No hay que olvidar que este genio se hizo escritor a consecuencia de las heridas que sufrió en un accidente de aviación en el desierto de Libia. (Quizás, sólo un aviador podría haberse imaginado el fabuloso vuelo del Melocotón Gigante).
André Malraux: Alguien dijo que fue un farsante como piloto en la Guerra Civil española y que gastaba inutilmente la gasolina de la República para darse el capricho de sobrevolar catedrales. (No sé si es cierto). Por encima de todo, la descripción que hace en ‘La esperanza’ del papel de los pilotos leales durante la primera parte de la contienda es perfecta.
Joseph Kessel: El autor de ‘Belle de Jour’ fue piloto de biplanos durante la Primera Guerra Mundial y escribió un par de buenas novelas novelas sobre ese mundo. Una de ellas, ‘Tiempos Salvajes’, es la brutal historia de un aviador francés atrapado en un Vladivostok decadente y vicioso, pero Kessel también tiene otra, cuyo nombre he olvidado, sobre un aviador de Villa Cisneros y su panda, que acaban de vividores y golfos en París los años 20.
J. G. Ballard: Este maestro de la ciencia ficción fue piloto de la RAF en Canadá, después de la IIWW. En su autobiografía, ‘La bondad de las mujeres’, disecciona esa época y cuenta -con ese realismo suyo tan surrealista-, las juergas autodestructivas de los pilotos destinados a lanzar La Bomba cuando comenzase la Tercera Guerra Mundial.
Pero bueno, hay escritores no tan buenos y que también han sido pilotos. Uno de ellos podría ser Richard Bach.Con ‘Juan Salvador Gaviota’ se convirtió en un pionero de los libros de autoayuda, algo que, quizás, no sea un honor.