La trufa blanca es la trufa más cara del mundo-su récord alcanza 330.000 dólares por 1,5 kg-se da en la zona del Piamonte en Italia y su precio oscila entre 2.500 y 5.000 €/kg. Su nombre en latín es Tuber magnatum-también llamada trufa de alba o diamante blanco-y se carateriza, porque contrariamente a otras trufas, su máximo valor organoléptico se saca en crudo sin cocinar-sin someterla a calor-. Es una trufa que su sabor puede ser algo picante, incluso con sabor a ajo, debido a unos componentes sufurosos que tiene. Su temporada es cortísima y la forma de consumirla es rallar sobre un plato, que suele ser pasta, huevos, patatas y arroz, unas láminas super finas y dejar que su aroma hiper-intenso acompañe al plato. Esta trufa se hizo famosa porque al principio se empezó a regalar a personalidades de todo el mundo en un envoltorio exquisito en una campaña de marketing muy lograda.
El perfume seductor de esta trufa, impregna el ambiente por donde pasa y transmite su olor a todo lo que está cerca, incluso nosotros en el restaurante Etxanobe, las ponemos en una caja cerradas junto con huevos para que su aroma penetre en el interior de los huevos-ya que su cáscara es porosa-y los freímos con unas láminas de este manjar por encima. Dice un famoso trufero italiano, que hay dos tipos de personas con las trufas, “los que creen que son buenas porque son caras y los que saben que son caras porque son buenas”, siempre habrá una pequeña polémica sobre el precio tan desorbitado de este manjar, en cualquier caso es realmente una experiencia singular. Os dejo con un vídeo que hemos hecho el día que llegaron al restaurante