He estado cuatro días en Roma, una de las ciudades más turísticas del mundo, donde se puede comer muy bien. Lo más acertado es ir a las osterias, restaurantes típicamente romanos donde encontraréis fabulosas verduras -sabrosas y poco cocinadas- y una pasta casera, que, en cada establecimiento, tiene un toque diferente. Hasta podéis disfrutar en ellos de una lasaña blanca sin tomate, algo muy especial. En mi reciente viaje de trabajo, he descubierto dos restaurantes de comida sencilla, económica y extraordinaria, y con una relación calidad-precio realmente buena. Uno es la Osteria dei Potefici, situada en Via Gregorio VII, que ofrece una pizza sin queso excepcional. El otro es La Carbonara, de la plaza Campo dei Fiori, con una cocina muy casera y una repostería realmente inolvidable.