El producto más consumido esta Nochevieja en la mayoría de los hogares será posiblemente el langostino. Pero entre uno que esté bien cocinado -que es una delicia-, y otro que no lo esté, hay diferencias abismales. Hay que empezar por descongelarlos adecuadamente, sumergiéndolos en agua fría o a temperatura ambiente, pero nunca caliente. Luego los cocemos, metiéndolos en agua hirvendo con la sal necesaria para que huela a mar. Los sumergimos en pequeñas cantidades, como mucho por docenas. Seguidamente se enfrían en agua helada y salada. Así conseguimos la cocción perfecta y los pelamos con gran facilidad, porque se crea una capa de aire entre el caparazón y la carne, que, además, brillará enormemente. Todo esto lo podemos hacer de víspera y, para recuperar su frescor antes de servirlos, los ponemos de nuevo en agua fria con sal. Lo podéis ver en este video. Un consejo: cuece el langostino bien, merece la pena.