Lo pasé muy bien ayer en el concierto de Arcade Fire. En algunos aspectos, me pareció sobresaliente: el sonido, desde donde yo estaba, era perfecto (parece que más cerca del Guggenheim hubo momentos de molestas reverberaciones), y eso con ocho músicos en el escenario y una instrumentación compleja que mezcla lo eléctrico y lo acústico, con violines, acordeón, vibráfono e incluso zanfoña. Uno, un poco pasmado, se acaba preguntando cómo pueden sonar tan mal algunos conciertos en los que solo hay guitarra, bajo y batería. El grupo canadiense alcanza cotas magistrales en los arreglos, con esos coros que enardecen y esos violines que van creando tensión y esos subidones que culminan en apoteosis instrumentales. Pero el concierto, aun gustándome mucho, no disipó ciertas reservas que albergo sobre Arcade Fire, o más bien sobre la estatura colosal que han alcanzado en la escena: hay tanta presión social que casi me siento obligado a pedir disculpas, pero me sigue pareciendo que ese repertorio eficacísimo de destrezas y trucos instrumentales oculta la falta de sustancia de algunas canciones.
¿Ustedes qué opinan? ¿Son uno de los grupos más grandes del mundo o están sobrevalorados? Ah, la foto de arriba es del compañero Borja Agudo.