Agotados, pero con esa agradable sensación del trabajo bien hecho. Así han llegado esta tarde al campo base Edurne Pasaban y sus compañeros tras una dura jornada de trabajo en la que han subido hasta el campo 1, a 5.000 metros de altitud, han dejado montadas la tiendas de campaña y el primer depósito de material y han regresado al CB. En total algo más de diez duras horas de trabajo –casi ocho de ellas de ascensión- en las que aún han notado que el proceso de aclimatación está todavía en sus primeros estadios.
La ruta, que conocen bien de su intento de 2007, no les ha deparado sorpresas. Este primer tramo no encierra dificultades técnicas, salvo una sección de roca viva en la que han tenido que instalar unos 400 metros de cuerdas fijas. Es un sitio por el que durante las próximas semanas transitarán de forma habitual y es mejor asegurarla para evitar sustos.
El recorrido, sin embargo, sí les ha servido para ver lo que les espera más adelante. «Es una montaña que impresiona –explicaba Alex Txikon al calor ya del saco de dormir– los glaciares están muy rotos y la verdad es que el espectáculo da miedo. Hay seracs colgando por todos lados». «De todas formas –añadía el lemoatarra– todo eso nos esperará más adelante, a partir del campo 2. Hasta el campo 1 la ruta no tiene mucho peligro».
Por cierto, que el grupo, formado por Edurne, Alex, Asier Izagirre, Ferrán Latorre y Nacho Orviz, ha podido comprobar al llegar a la ubicación del campamento la infraestructura con la que trabaja la coreana Oh Eun-Sun, que el otoño pasado intentó ascender la montaña. «Todavía había restos del campo que montó en septiembre pasado y tenían hasta cocina. Más que un campo 1, esto lo tenían preparado como campo avanzado. Así, no tenía que bajar al base y podía plantearse ataques rápidos a cima si el tiempo cambiaba. Es increíble con qué infraestrutura trabaja esa mujer», se sorprendía Txikon.
Y como la predicciones meteorológicas que manejan indican que el tiempo les va a respetar hasta el fin de semana, siguen dispuestos a aprovechar cada minuto. Mañana descansarán de la paliza de ayer, pero el viernes volverán a subir hasta el C-1, donde pasarán la primera noche en altura, y el sábado intentarán instalar el campo 2, a 5.700 metros de altura, antes de regresar al CB. Estas ascensiones escalonadas, además de servir para equipar la ruta, son imprescindibles en el necesario proceso de aclimatación al que deben de someter a sus cuerpos para que soporte la escasez de oxígeno.