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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Sin pepitas

Muchas plantas se reproducen por medio de semillas y, en general, las semillas van en el interior de frutos. Aquellas, las semillas, son el modo de reproducción, y estos, los frutos, son el medio de dispersión de las semillas. Los frutos atraen a los animales por su contenido en azúcares, proteínas, compuestos especiales (por ejemplo, alcohol como el fruto del madroño) y agua. Incluso se anuncian como algo apetitoso (o peligroso) con olores penetrantes y colores llamativos. El animal come el fruto y, por las heces, dispersa la semilla.

Entre las especies de animales que se sienten atraídas por los frutos y gustan de comerlos y, por tanto, contribuyen a extender las semillas, estamos nosotros, la especie humana. Pero, además y como somos muy especiales, en el proceso de domesticación de las plantas que nos interesan por sus frutos, hemos ido seleccionando, cuando ha sido posible, los frutos sin semillas o, como se dice habitualmente, sin pepitas, pues son más fáciles de comer y suponen una defensa para nuestra dentadura. Estas cepas sin pepitas que seleccionamos deben tener, es obvio, otra manera de reproducirse, que suele ser por medio de esquejes. Especies sin pepitas o cepas sin pepitas de especies que tienen semillas en los frutos son, por ejemplo, los plátanos, los cítricos, la uva, la piña o la sandía. Estos frutos sin semillas han aparecido durante el cultivo de las plantas con frutos con semillas y un agricultor sagaz los ha detectado, aislado, y vuelto a sembrar. Así se han obtenido los cítricos, la uva o la sandía. El plátano procede de la hibridación de dos especies salvajes con fruto pequeño, incomestible y con semillas; al hibridar, dan la planta que conocemos con fruto grande, comestible y sin semillas.

Pero no conocemos con precisión y a nivel de los genes, cómo aparece un fruto sin pepitas. La reciente investigación de Jorge Lora y su grupo de centros del CSIC de Málaga y Zaragoza sobre la chirimoya aporta datos muy interesantes. La chirimoya procede de Sudamérica aunque en la actualidad se cultiva en los climas apropiados de todo el mundo. El fruto lleva en su interior varias semillas muy duras. Pero un agricultor de Tailandia encontró y seleccionó en sus cultivos de chirimoya unos frutos sin semilla. Y es a partir de esta chirimoya de Tailandia que Lora y su grupo han buscado la causa de la desaparición de las pepitas.

Ya sabían que en la planta Arabidopsis thaliana, en realidad una mala hierba pero además un extraordinario material para la investigación en el laboratorio, también se podían obtener frutos sin semillas, y que estos frutos se debían a una mutación llamada ino (inner no outer). Los óvulos de las plantas están rodeados por dos envueltas, una externa y otra interna; en el caso de la mutación ino falta la envuelta externa. A pesar de ello, la planta produce frutos viables. Pues bien, según la investigación de Jorge Lora, la chirimoya sin pepitas tiene la misma mutación ino que Arabidopsis. Es un resultado interesante pues chirimoya y Arabidopsis no son especies cercanas sino que se parece poco entre sí, lo que quizá implique que las otras plantas que desarrollan frutos sin pepitas tengan la misma mutación. Si así fuera, quizá provocando esta mutación en otras plantas de frutos con pepitas se puedan conseguir cepas sin ellas.

 

*Lora, J. y 3 colaboradores. 2011. Seedless fruits and the disruption of a conserved genetic pathway in angiosperm ovule development. Proceedings of the National Academy of Sciences doi:10.1073/pnas.1014514108

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