Debemos reconocer que aplastar una mosca a menudo es una tarea extremadamente difícil: muchas veces, la supuesta víctima se escabulle con tremenda habilidad. Gwyneth Card y Michael H. Dickinson, del Instituto de Tecnología de California, en Pasadena, por fin parece que pueden empezar a resolver esta cuestión. Han trabajado con la mosca de la fruta, Drosophila melanogaster. Este animal, antes de lanzarse a volar y en unos 200 milisegundos (200 milésimas de segundo), localiza el peligro y la dirección de la que procede, desarrolla un plan de fuga y coloca las patas en una posición óptima para volar en dirección opuesta. Por ejemplo, y por medio de videos de alta velocidad, se puede ver como la mosca se inclina hacia atrás cuando se acerca de frente un disco de 14 centímetros de diámetro y, como sus ojos le permiten observar todo su entorno (360º alrededor de su posición), hace lo contrario si el disco se acerca por su espalda. Si el peligro viene de un costado, las patas no se mueven pero el cuerpo se inclina en dirección opuesta. Según Dickinson, es mejor matar una mosca cuando echa a volar que cuando está en posición de reposo; en ese momento, no puede aplicar su sofisticado movimiento de escape.
* Card, G. & M.H. Dickinson. 2008. Visually mediated motor planning in the escape response of Drosophila. Current Biology 18: 1300-1307.