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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Colesterol

No todo es malo cuando hablamos del colesterol. Dejemos de lado, por el momento, sus efectos perjudiciales respecto a las enfermedades cardiovasculares. Vamos a centrarnos en los efectos positivos del colesterol, que los tiene muchos y variados. Por ejemplo, según la hipótesis de muchos paleontólogos, somos lo que somos los humanos porque algunos de nuestros ancestros pasaron de una dieta omnívora mayormente vegetal a una carnívora rica en grasas y, entre ellas, el colesterol.

Ya han pasado unos años desde que Frank Mann, de Scottsdale, en Arizona, publicó un artículo en el que revisaba la bibliografía que demostraba la necesidad del colesterol para el funcionamiento de las células, pues forma parte esencial de sus membranas, y, más en concreto, en la formación de neuronas y en el desarrollo del cerebro. La dieta vegetal es difícil de digerir y necesita mucha energía así como un tubo digestivo muy largo. La dieta carnívora, en cambio, es más fácil y rápida de digerir y necesita un tubo digestivo mucho más corto, varias veces más corto. Nuestros antepasados descubrieron la dieta carnívora poco a poco y hay quien propone que, en primer lugar, a través del tuétano de los huesos grandes que aprendieron a romper con piedras. Es un alimento más energético y que, como he dicho, necesita menos tubo digestivo y menos gasto para digerirlo. Y Mann propone que ese ahorro en energía pudo dedicarse, entonces, al crecimiento del cerebro. Además, en la dieta carnívora hay grasas y, sobre todo, colesterol, que es esencial para las membranas celulares y permitió la formación del enorme acúmulo de células nerviosas que tenemos dentro del cráneo. O sea, que, para Mann, el colesterol es esencial para entender la evolución de nuestra especie.

Años después de la propuesta de Mann, comienzan a publicarse datos concretos sobre la necesidad de colesterol para el desarrollo del cerebro. Paola Sacchetti y su grupo, del Instituto Karolinska de Estocolmo, han encontrado que, en ratones, la formación de las neuronas que sintetizan dopamina (aquellas que al desaparecer causan la enfermedad de Parkinson) depende de la presencia de una forma oxidada del colesterol, el oxisterol. En el núcleo de estas neuronas hay unos receptores de oxisterol que deben activarse para que se inicie la división celular, la formación de las neuronas y, en último término, la construcción del cerebro. Es más, los autores proponen que esta intervención del colesterol oxidado en la formación de neuronas con dopamina podría ser la base de un futuro tratamiento del Parkinson. Queda mucho por estudiar.

Otro resultado interesante se ha obtenido con una técnica que permite medir la degeneración del cerebro. Es la llamada hiperintensidad de la sustancia blanca del cerebro, que se en imágenes de resonancia magnética y revela el deterioro de los pequeños conductos sanguíneos del interior del cerebro. La sustancia blanca se encuentra en el centro del cerebro, y cuanto peor está, más brillante se ve por resonancia magnética. Se relaciona con la disminución de las funciones cognitivas, demencia, dificultades para andar y aumento del riesgo de derrame cerebral. Pues bien, Jordi Jiménez-Conde y su grupo, del Hospital General de Massachusetts en Boston, han relacionado el volumen de la hiperintensidad de la sustancia blanca y el nivel de colesterol en sangre en pacientes que han sufrido un derrame cerebral. Los pacientes con historial de colesterol alto (más de 240 miligramos por decilitro de sangre) tienen una hiperintensidad más baja y, en consecuencia, un deterioro cerebral menor.

Y, después de esto, parece evidente pensar que si el colesterol interviene en la formación del cerebro y, si de puede decir así, también en su defensa, es lógico pensar que puede existir una relación entre el colesterol y las funciones cerebrales, por ejemplo, la memoria. Esto es lo que han estudiado Archanna Singh-Manoux y su grupo, del Hospital Paul Brosse de Villejuif, cerca de París. Han relacionado el nivel de colesterol en sangre y la memoria en 3673 voluntarios hombres y mujeres. Ham medido colesterol en sangre y memoria cuando los voluntarios tenían una edad media de 55 años y seis años después, con una edad media de 61 años. Encuentran que tanto a los 55 años como a los 61, un nivel bajo de colesterol (menos de 200 miligramos por decilitro y, sobre todo, menos de 40 miligramos por decilitro del HDL, el colesterol “bueno”) supone una gran probabilidad de deterioro de la memoria. Es más, los que han bajado su nivel de colesterol entre los 55 y los 61 años, también han perdido memoria.

 

*Jimenez-Conde, J. y 17 colaboradores. 2010. Hyperlipidemia and reduced white matter hyperintensity volumen in patients with ischemic stroke. Stroke 41: 437-442.

*Mann, F.D. 1998. Animal fat and cholesterol may have helped primitive man evolve a large brain. Perspectives in Biology and Medicine 41: 417-425.

*Sacchetti, P. y 11 colaboradores. 2009. Liver X receptors and oxysterols promote ventral midbrain neurogenesis in vivo and in human embryonic stem cells. Cell Stem Cell 5: 409-419.

*Singh-Manoux, A. y 4 colaboradores. 2008. Low HDL cholesterol is a risk factor for deficit and decline in memory in midlife: The Whitehall Study II. Arteriosclerosis, Thromobosis, and Vascular Biology 28: 1556-1562.

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