Era una pequeña habitación de 4 x 6 metros en la Universidad de Columbia, en Nueva York, conocida como el “cuarto de las moscas”. En este laboratorio provisional, en los inicios del siglo XX, Thomas Hunt Morgan y su equipo de siete personas, interpretaron el funcionamiento de la herencia, demostraron que Mendel tenía razón, crearon el concepto de gen y construyeron las bases de la genética molecular, uno de los ejes centrales de la investigación en Biología durante los siguientes cien años, hasta la actualidad y con una enorme proyección de futuro. Y todo ello utilizando como modelo biológico una diminuta mosca de no más de tres milímetros de longitud. Es la mosca de la fruta, Drosophila melanogaster.
Morgan buscaba un organismo adecuado para sus estudios de la herencia y trabajó con ratas y ratones, pero la reproducción es demasiado lenta en estos mamíferos y su mantenimiento muy caro. En cambio, Drosophila se cría por miles en fruta podrida, su ciclo vital completo dura unas dos semanas y desde la formación del zigoto hasta el adulto sólo pasan nueve días. Muta con facilidad por medio de productos químicos mutagénicos, calor o rayos X. Morgan y su grupo detectaron centenares de mutaciones con el examen en la lupa de miles y miles de moscas, y entrecruzando entre sí los mutantes construyeron el primer mapa genético.
La mosca de la fruta tiene los ojos rojos y Morgan, después de examinar miles de moscas, encontró un macho con ojos blancos; lo cruzó con moscas normales con ojos rojos y demostró que el color de ojos se heredaba ligado al sexo. El resultado de este trabajo, el primero sobre la herencia genética en Drosophila, lo publicó Morgan en 1910.
En 1933, Thomas Hunt Morgan fue el primer genético en conseguir el Premio Nobel por sus descubrimientos relativos a la función de los cromosomas en la transmisión de la herencia. Después vinieron más Premios Nobel: Hermann Muller, discípulo directo de Morgan, en 1946; otros compañeros de laboratorio también lo recibieron como George Beadle y Joshua Lederberg en 1958; el último en 1995, cuando Edward B. Lewis, Christiane Nüsslein-Volhard y Eric F. Wieschaus recibieron el Premio Nobel por sus estudios sobre el control genético del desarrollo embrionario, utilizando como modelo de estudio nuestra mosca de la fruta, Drosophila melanogaster.
Hoy día, si se pone Drosophila en Google salen más de un millón de entradas y cerca de la misma cifra en Scholar Google; por tanto, tan conocida es la mosca de la fruta en el buscador general como en el académico. Pero, si hay que buscar un comienzo a la historia de la mosca de la fruta y, en último término, de lo que ahora sabemos de Genética, hay que viajar en el tiempo hasta 1830 y conocer a Johann Wilhelm Meigen. Fue quien describió por vez primera a nuestra heroína de la genética y quien la bautizó como Drosophila melanogaster. Lo hizo en 1830, en su Systematische Beschreibung der bekannten europäischen zweiflügeligen Insekten, Vol. 6, con estas palabras: Capite thorace pedibusque luteis; abdomine nigro. Meigen había encontrado los ejemplares en los puertos alemanes de Kiel y Hamburgo, y en Austria. Este volumen 6 fue el último y la culminación del trabajo de Meigen en la clasificación de los dípteros.
Johann Wilhelm Meigen nació el 3 de mayo de 1764 en Solingen, Alemania, y murió en Stolberg, cerca de Aachen (ahora Aix-la-Chapelle) el 11 de julio de 1845 a la edad de 83 años. Era el quinto de los ocho hijos de Johann Clemens Meigen y de Sibylla Margaretha Bick. Educado en casa por amigos y parientes, gustó desde joven de la historia natural, en particular de la plantas y los insectos, sobre todo los dípteros. Sobrevive y se da a conocer con clases particulares, trabajando para el gobierno y como tutor y consejero de comerciantes, nobles y reputados naturalistas. Siempre fue lo que se denomina un entomólogo aficionado pero, por su enorme trabajo y sutileza en la clasificación de especies, se le considera el padre de la Dipterología; a los 83 años, sólo ocho semanas antes de su muerte, recibió el título de doctor.
Y así empezó la historia de la mosca de la fruta que tanto ha significado para la Genética, en la mesa de estudio de un modesto pero dedicado e inteligente aficionado a la Entomología.
*Förster, J.A. 1974. On the life and influence of J.W. Meigen. Mosquito Systematics 6: 79-88.
*Keller, A. 2007. Drosophila melanogaster’s history as a human commensal. Current Biology 17: R77-R81.
*Letsou, A. & D. Bohmann. 2005. Small flies – Big discoveries: nearly a century of Drosophila genetics and development. Developmental Dynamics 232: 526-528.
*Milner, R. 1995. Diccionario de la Evolución. Biblograf. Barcelona. 684 pp.
*Morgan, T.H. 1910. Sex limited inheritance in Drosophila. Science 32: 120-122.