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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Agua bendita

En febrero de 1989 ingresó en el Hospital de Birmingham, en Inglaterra, un joven de 19 años que se había arrojado desde la décima planta del edificio en que vivía. Ingresó con heridas muy graves de las que fue mejorando después de varias operaciones y de padecer una neumonía. Sin embargo, a las seis semanas volvió a enfermar de neumonía y, en esta ocasión, causada por Pseudomonas aeruginosa, infección que siempre se trata de evitar en las unidades de cuidados intensivos. Ian Greaves y K.M. Porter, ortopédico y cirujano respectivamente del citado hospital, fueron los encargados de averiguar cómo se había producido la infección. No había más pacientes con la misma enfermedad y no encontraron la manera de detectar el origen de la infección. Pero uno de los autores fue testigo de la visita al paciente de una tía y de cómo ésta lo asperjaba generosamente con agua bendita. Inmediatamente se envió lo que quedaba del agua bendita al laboratorio de microbiología y se detectó la Pseudomonas en el recipiente. La tía dejó de bendecir al paciente y este se recuperó; a los tres meses fue dado de alta.
Los autores aseguran que no conocen otro caso de transmisión de una infección por medio del agua bendita y sospechan que este hecho puede ser más habitual de lo que se cree. Y tienen razón: en 1996, J.C. Rees y K.D. Allen, del Hospital Whiston, de Prescot, en Inglaterra, relatan el caso de un hombre de 53 años, con graves quemaduras en el 80% del cuerpo, que contrae una infección con Acinetobacter baumanii debido al agua bendita con la que le rocían sus familiares. Para constatar si el problema está más extendido, los autores analizan el agua bendita de 13 iglesias (nueve de Londres, dos de Walsigham y dos del Río Jordán) y encuentran Pseudomonas aeruginosa, Enterobacter spp., Escherichia coli, Aeromonas hydrophila y el hongo Candida sp. En resumen, el agua bendita es un factor de riesgo de infección en los hospitales. Parecidos resultados se han obtenido con el agua bendita de Alemania según asegura F.D. Daschner, del Hospital Clínico de la Universidad Albert-Ludwigs, de Freiburg, después de analizar diez muestras de hospitales e iglesias.
Pero no sólo es un riesgo para la salud el agua bendita hisopeada sobre los enfermos de un hospital, también lo es la que se encuentra en las pilas de las iglesias. Doug Payne, de Dublin, nos cuenta cómo, dentro de una Feria de Ciencias para jóvenes, se han realizado estudios sobre las pilas de agua bendita de iglesias de varios lugares de Irlanda y se han encontrado, además de basura de todo tipo, gusanos verdes, huevos de estos gusanos verdes y, en análisis microbiológicos, coliformes, estafilococos, levaduras y hongos. Las jóvenes que hicieron el trabajo piden a los encargados de las pilas de agua bendita que, por lo menos, quiten las partículas que sean tan grandes como para verse a simple vista. Además, estas pilas son utilizadas por drogadictos para lavar las jeringuillas que usan para inyectarse heroína.
Un análisis similar hecho en las iglesias de Sevilla por V. Jurado y su grupo, del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología, descubrió una fuerte contaminación bacteriana. Se encontraron coliformes, Enterobacteriaceae y otras bacterias patógenas, hasta 30 de las 37 especies aisladas. Y en México, en un manantial en Tlacote, a unos doez kilómetros de Querétaro y al norte de Ciudad de México, del que mana agua milagrosa que hay que beber para que se produzca el milagro, se han detectado casos de amebiasis por Entamoeba histolytica, según nos cuentan Sharon Reed y su grupo, del Centro Médico de la Universidad de California en San Diego.
Pero todo lo relacionado con el agua bendita no puede ser tan desagradable. Sandra Lenington, de la Universidad de Santa Clara, sospechó que el agua bendita ayudaría a crecer rápida y sana una plantación de rábanos y, para constatarlo, regó doce plantas con agua bendita y otras doce con agua del grifo. No encontró diferencias en el crecimiento de ambos grupos. Y curiosamente publicó los resultados en una revista de psicología.

*Daschner, F.D. 1997. Holy water, tap water, mineral water or water filters? Journal of Hospital Infection 35:71-72.
*Greaves, I. & K.M. Porter. 1992. Holy spirit? An unusual cause of pseudomonal infection in a multiply injured patient. British Medical Journal 305: 1578.
*Jurado, V., A. Ortíz-Martínez, M. González-delValle, B. Hermosín & C. Saiz-Jiménez. 2002. Holy water fonts are reservoirs of pathogenic bacteria. Environmental Microbiology 4: 617-620. *Lenington, S. 1979. Effect of holy water on the growth of radish plants. Psychological Reports 45: 381-382.
*Payne, D. 2001. Holy water not always a blessing. British Medical Journal 322: 190.
*Reed, S.L., C.E. Davis & H. Jinich. 1995. Amebiasis from the “Miraculous Water of Tlacote“. New England Journal of Medicine 332: 687-688.
*Rees, J.C. & K.D. Allen. 1996. Holy water – a risk factor for hospital-acquired infection. Journal of Hospital Infection 32: 51-55.
*Shirrell Kaswell, A. 2001. Healthy holy water. Cincinnati Skeptics 10: 9.

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