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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Cultura

La cultura y sus artefactos, como los genes y los idiomas, reflejan su historia y evolución. Por ello, se supone que se podría aplicar al desarrollo de las culturas las mismas metodologías que se utilizan en Biología evolutiva. Ilya Temkin y Niles Eldredge, del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, estudiaron la evolución de la corneta y el salterio con estas técnicas. Calcularon árboles filogenéticos para ambos instrumentos y descubrieron que la aparición de mejoras sigue reglas propias del contexto cultural que, parece obvio, son diferentes a las que dirigen la evolución de los sistemas biológicos. Las influencias mutuas entre culturas difunden los cambios en los artefactos culturales, a diferencia de lo que ocurre con la información genética entre grupos de seres vivos. Los cambios en los instrumentos fluyen como información entre sus fabricantes provocando cambios en distintos modelos que tienen lugar en el mismo tiempo.
Los pioneros en este campo fueron Alan Lomax y Norman Berkowitz, de la Universidad Columbia, de Nueva York, que en 1972 publicaron en Science un artículo sobre la evolución de las culturas. Tabularon una serie muy amplia de características de diferentes culturas y con esos datos calcularon los correspondientes árboles filogenéticos. Entre otras cosas, descubrieron que existe una estrecha relación entre las normas sociales de cada cultura y la manera en que canta. Y añaden que la información que contiene cada canción varía con el nivel de productividad económica. Además, la cohesión en el acto de cantar (en solitario o en agrupaciones) es un indicador del nivel de solidaridad (¿cuánto más grande es el coro más solidaria es la cultura?). Por otra parte, los cantos más complicados se dan en sociedades en que los sexos tienen una relación complementaria (sic). Y, asimismo, el grado de ornamentación crece con la estratificación social, quizá para diferencia con claridad las distintas clases o castas. La canción funciona como un refuerzo de la estructura social y la manera de cantar puede utilizarse como un indicador del tipo de cultura.
Para acabar con los trabajos de Alan Lomax, es curioso como la estadística y las correlaciones crean extrañas parejas. Los autores aseguran que los pueblos que beben leche cantan con más energía; sugieren que la leche aporta una sobredosis de proteínas que son loa que provocan los excesos en el canto. También encuentran que la tensión en la voz tiene bastante que ver con la severidad de las costumbres sexuales. Y, para terminar, afirman que la aparición de las religiones monoteístas es provocada, de nuevo, por la ingestión de leche.
Mucho hemos hablado ya de cultura, y de culturas humanas y su evolución, pero Kevin Lafferty, de la Universidad de California en Santa Barbara, llega más lejos y afirma que el protozoo parásito Toxoplasma gondii, que se aloja durante parte de su ciclo vital en el cerebro humano, afecta a nuestra personalidad y, en último término, a la cultura de la sociedad. En concreto, en las mujeres infectadas, la inteligencia, la confianza en sí mismas y la preocupación y afecto por otros son mayores que en las sanas, y en los hombres, por el contrario, la inteligencia y la confianza en sí mismos es menor, así como aumenta el temor a los cambios. En ambos sexos se detecta un aumento de la sensación de culpabilidad. Lafferty afirma que la infección con Toxoplasma explica, a nivel social, la neurosis y, más en concreto, la dimensión cultural neurótica del rol de los sexos y el miedo a la incertidumbre. Es como afirmar que la cultura humana ha sido modelada por una especie de Goaul’d como en Stargate, de no más de un cuarto de milímetro de tamaño, pero muy real.

*Lafferty, K.D. 2006. Can the common brain parasite, Toxoplasma gondii, influence human culture? Proceedings of the Royal Society B 273: 2749-2755.
*Lomax, A. & C.M. Arensberg. 1977. A worlwide evolutionary classification of cultures by subsistence systems. Current Anthropology 18: 659-708.
*Lomax, A. & N. Berkowitz. 1972. The evolutionary taxonomy of culture. Science 177: 228-239.
*Temkin, I. & N. Eldredge. 2007. Phylogenetics and material cultural evolution. Current Anthropology 48: 146-153.

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