El recto es el último tramo del tubo digestivo, finaliza en el ano y su función principal es la expulsión de las heces. Pero, según la bibliografía médica y el saber popular, por el ano no sólo se sale sino que también se entra, y lo que entra por el ano se aloja en el recto, a veces se convierte en una molestia y hay que extraerlo. En 1986, David Busch y James Starling, médicos de Madison, en Wisconsin, revisaron la bibliografía médica y publicaron un artículo con 182 casos documentados de objetos extraños alojados en el recto y, en principio, introducidos voluntariamente por los pacientes. No voy a dar la lista completa aunque, como curiosidad, puedo añadir que se acerca más a un bestiario medieval que a un estudio médico.
En la lista hay objetos que no extraña que se alojen en el recto como vibradores en 23 pacientes o adminículos semejantes en otros 15. También se encuentran objetos con formas sugerentes y recuerdan la lista de la compra, como plátanos en 2 casos, zanahorias en 4, calabacines en 3 ó salami en 1. Por cierto, uno de los plátanos mantenía todavía un preservativo en su sitio. Además se han recuperado 32 botellas, una de ellas con una cuerda atada a su cuello pero que, es obvio, no funcionó como sistema de recuperación. En relación con las cosas de beber, también se han extraído 12 vasos. Y en el apartado de miscelánea podemos incluir una mano de mortero, una vela, un tubo de goma, un cepillo de dientes, un par de globos (inflados) y una pelota de beisbol y otra de tenis. Dentro de este apartado se puede incluir que los doctores Whatling y Stacey, del Hospital Universitario de Gales, en Cardiff, recuperaron un hervidor de huevos para microondas, con un diámetro de 11 centímetros, que un paciente de 64 años se había introducido por el ano con la intención de aliviar su estreñimiento. La extracción se tuvo que hacer con un fórceps de obstetricia.
Pero volvamos a la revisión de Busch y Starling. El máximo de originalidad nos llegaría con la recuperación de un cuerno de vaca, una cola de cerdo congelada, la caja de un cepillo de dientes (los autores no aclaran si se trata del mismo sujeto en el que encontró el cepillo), el mango de un látigo (sin látigo), una bombilla, una cebolla, un pico de hielo (¿qué diría de esto Sharon Stone?) y varias patatas. Añadamos aquí el caso descrito por los doctores Stephens y Taff que tuvieron que extraer del recto de un homosexual el resultado, ya endurecido, de la introducción de un enema de cemento por el ano. Consiguieron recuperar un perfecto molde de cemento del interior del recto. Y el doctor Joel Parlow, del Hospital General de Kingston, en Ontario, Canadá, que, al introducir por el ano un anestésico suave después de una operación quirúrgica a un preso de una penitenciaría federal, encontró y extrajo una llave hecha a mano y, con seguridad, evitó un intento de fuga.
*Busch, D.B. & J.R. Starling. 1986. Rectal foreign bodies: Case reports and a comprehensive review of the world’s literature. Surgery 100: 512-519.
*Parlow J.L. 2000. A unexpected benefit of pre-emptive rectal analgesic administration: the “key” to postoperative analgesia. Journal of Canadian Medical Association 163: 1576-1577.
*Stephens, P.J. & M.L. Taff. 1987. Rectal impaction following enema with concrete mix. American Journal of Forensic Medicine and Pathology 8: 179-182.
*Whatling, P.J. & M.R.W. Stacey. 1994. An unusual delivery. British Journal of Hospital Medicine 51: 615.