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Eduardo Angulo Pinedo

La biología estupenda

Ranas

El doctor Benjamin Smith y su grupo, de la Universidad de Adelaida, en Australia, han demostrado que, entre los miles de olores que hacen funcionar nuestro sistema olfativo, se incluyen también las secreciones cutáneas de las ranas. En el año 2004, Smith y sus colegas publicaron un estudio sobre el olor que despiden estos anfibios. Después de solicitar la ayuda de herpetólogos y de aficionados a las ranas, recopilaron el olor de 131 especies, la mayoría de ellas australianas. Los aromas van desde el perfume floral de los géneros Notaden y Neobatrachus, hasta el agrio y repulsivo de Litoria. El olor de las especies de este último género ha recibido los apelativos, siempre muy descriptivos, de nocivo, mentolado, fecal, a hojas quemadas, loco, áspero, picante, mohoso, y otros más. Se ha escrito que provoca, en el que sufre su olor, que se le salten las lágrimas y se irrite su castigada mucosa nasal, además de causarle un fuerte dolor de cabeza y desagradables náuseas.
En forma de resumen general, Smith y su equipo aseguran que hay ranas que huelen a tomillo, carne cocida, pan, mantequilla, palomitas de maíz, metal, nueces, almendras, hierbas, bosque húmedo, eucalipto, queso italiano, coles de Bruselas, y muchos, muchos más. Según los autores, la función de tanto y variado aroma es la defensa ante los depredadores provocando su repulsión. Sin embargo, quizá es mucho suponer que lo que a nosotros repele provoca el mismo efecto en otras especies.

*Smith, B.P.C., C.R. Williams, M.J. Tyler & B.D. Williams. 2004. A survey of frog odorous secretions, their possible functions and phylogenetic significance. Applied Herpetology 2: 47-82.

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