El rezo del rosario, es decir, la repetición del avemaría en latín de tal manera que se respire a un ritmo de seis veces por minuto, provoca una sincronización en el ritmo cardiovascular con efectos psicológicos y fisiológicos muy favorables tanto en el oficiante como en los que responden. El mismo resultado produce la repetición del típico mantra del yoga que dice “om-mani-padme-om”, aunque se debe hacer con voz fuerte y resonante. Así lo han establecido Luciano Bernardi y su grupo de la Universidad de Pavia, en Italia, en un trabajo publicado en 2001. Estudiaron el efecto de rezar el rosario y de recitar mantras en 23 individuos sanos, con una edad media de 34 años, a los que midieron el ritmo respiratorio, la presión sanguínea y el electrocardiograma.
Pero no sólo es el rezo del rosario, sino que la simple asistencia con regularidad a servicios religiosos también provoca una menor tensión sanguínea y una regulación de la hipertensión. Frank Gillum y Deborah Ingram, de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Hyattsville, en Estados Unidos, lo demostraron después de analizar el tratamiento de la hipertensión, la tensión sanguínea y la asistencia a servicios religiosos de 14475 jóvenes americanos, hombres y mujeres, de 20 años de edad. Aquellos que asistían por lo menos una vez por semana, es decir, 52 veces al año o más, a servicios religiosos, tenían la presión sistólica más baja que los que asistían menos veces.

*Bernardi, L., P. Sleight, G. Bandinelli, S. Cencetti, L. Fattorini, J. Wdowczyc-Szulc & A. Lagi. 2001. Effect of rosary prayer and yoga mantras on autonomic cardiovascular rhythms: comparative study. British Medical Journal 323: 1446-1449.
*Gillum, R.F. & D.I. Ingram. 2006. Frequency of attendance at religious services, hypertension, and blood pressure: The Third National Health and Nutrition Examination Survey. Psychosomatic Medicine 68: 382-385.