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IÑAKI CERRAJERIA

La ilustración

La vida a cámara lenta

 

MOBILIARIO URBANO por ÁNGEL RESA

El traslado a Lakua de la Seguridad Social incrementa la hemorragia de un Ensanche herido

A este paso los comerciantes y hosteleros de lo que un día fue la ‘milla de oro’ tendrán que cruzar los dedos para ahuyentar futuras deserciones. Aquellas calles que conformaban un semillero de negocios vienen degenerando en un decorado sin apenas figurantes donde la vida se filma a cámara lenta. Los pediatras se hartan de aconsejar a los padres que los niños no crezcan a lo ancho, pero la Vitoria del desparrame inmobiliario se ha pasado las recomendaciones médicas por el forro de sus caprichos. Bastó una década para duplicar el tamaño geográfico de la capital alavesa y, claro, había que dotar de servicios a los nuevos y extensos barrios de la expansión urbana. ¿Cómo? A base de una fuerza centrífuga que expulsa los existentes hacia las afueras. Se entiende que la iniciativa privada busque el emplazamiento más adecuado a sus intereses, pero bastante menos que instituciones y organismos públicos protagonicen la desertización de un Ensanche herido.

El sector bancario divisó primero los tacos de salida. Las fusiones entre entidades financieras para simplificar una trama abigarrada y ruinosa cerraron numerosas sucursales en arterias que aparecían plagadas de ellas. Luego apareció la Caja Vital con su vestido de luces y el estoque dispuesto. Antes de surgir el debate sobre la acaparación política de sus consejos rectores, el emblema floral del huevo frito huyó con su clara y con su yema hasta los humedales de Salburua. Menos personas paseando por el núcleo duro de Vitoria y, consecuentemente, un descenso en las actividades humanas y económicas. El Ayuntamiento prepara el hatillo para reunir en el barrio de San Martín sus dependencias repartidas por las calles del Ensanche. O sea, otro rejón en el lomo de una zona incapaz de detener la hemorragia. Y esta misma semana, el edificio entre Dato y Florida donde la Seguridad Social atendía a toda una legión de contribuyentes se ha marchado con los expedientes allá donde nace el metro ligero, entre Duque de Wellington y Landaberde.

Por cierto, aprovecho este último éxodo para defender al denostado gremio de los funcionarios. Sobre todo ahora que la incontinencia verbal de ciertos políticos, azuzada por la cercanía de las elecciones, dispara dardos a la diana de estos empleados. Hay entre ellos, igual que ocurre con el resto de los oficios, mucha gente cumplidora a carta cabal y algunos expertos en el dudoso arte del escaqueo, primo-hermano de la picaresca. Que tomamos por trabajadores públicos solo a quienes atienden detrás de una ventanilla, olvidando que el personal sanitario y docente junto a los encargados de velar por la seguridad también cobran salarios procedentes de la caja de caudales común. Y, desde luego, también hay abundantes tratos profesionales y escrupulosos entre quienes escuchan reclamaciones detrás de una mesa tras superar exámenes abiertos a la ciudadanía. Sin ir más lejos, y especialmente, en la oficina recién clausurada de la Seguridad Social.

Cada uno cuenta el relato según le haya ido en la feria. Así que como resultan intransferibles paso a contar mis experiencias (buenas) en la calle Dato. Cada vez que he acudido allá, las funcionarias no solo me han resuelto bien los trámites. Lo han hecho con el calor humano y el tacto amable de quienes abordan asuntos, a menudo, duros. Es el caso de las pensiones por tragedias irreparables. Pero también en temas importantes, aunque menores, como la expedición de la tarjeta sanitaria internacional cuando alguien de la familia afronta un viaje. Habituados como estamos a criticar todo y no ensalzar nada, quizá vaya llegando la hora de salpimentar palmadas entre la macedonia de los exabruptos. En dos oportunidades lo comenté así a la empleada pública que barnizó con una capa de cordialidad su eficacia. Y la mujer se sorprendió. “Gracias. No estamos acostumbradas a esto”. Ocurre dentro de las redes sociales, donde gastamos el ingenio en criticar. Utilizamos más el índice acusador que la costumbre en retirada de golpear las palmas para aplaudir. Vamos por la vida con el emoticono del cabreo y el pulgar hacia abajo.

 

La actualidad en una sonrisa. Por Iñaki Cerrajería

Sobre el autor

La intención de este blog es recopilar mi trabajo diario en las páginas de EL CORREO. Caricaturas de escritores y otros personajes, las elecciones vascas con humor, páginas especiales, planas sobre fiestas de Vitoria-Gasteiz, San Prudencio, San Juan del Monte,... El fútbol con las jornadas del Deportivo Alavés, recreaciones de juicios, las ilustraciones para artículos y por supuesto, las tiras diarias de las ediciones de Álava y los domingos de Bizkaia y Miranda de Ebro. Desde todos estos espacios podéis acceder a las noticias, datos adjuntos y participar de forma activa añadiendo vuestros comentarios e ideas. Asimismo, encontrareis en las secciones del blog distintos trabajos que han sido publicados en años anteriores y que poco a poco voy añadiendo. Espero que sonriáis un poco navegando en este espacio.

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