Otros años voy construyendo mi minilista poco a poco, sumando aspirantes a la selección a medida que van pasando los meses, pero en 2018 he estado un poco caótico y se me ha juntado todo el trabajo para el final. Siempre lo digo, pero es que me parece casi una obligación: espero que nadie se tome esta listilla como un dictamen erudito sobre lo mejor del año (ya, ya sé que con solo cinco álbumes resulta difícil que alguien se la tome muy en serio), porque en realidad es más un repaso a las cintas de recuerdos, un conócete a ti mismo, un espejo sonoro de mis últimos doce meses. Ahí van los cinco de 2018, que son muy yanquis y un poco anómalos dentro de mi línea habitual: cuatro de ellos corresponden a cantautores (¡dos de la misma ciudad!), y les confesaré que han estado a punto de ser los cinco. Prometo que, si Triángulo de Amor Bizarro y Aluk Todolo sacan disco el año que viene, volveré por mis aburridos fueros.
Rachel Taylor Brown – Run Tiny HumanSucede de vez en cuando que el silencio alrededor de un disco me resulta incomprensible, porque me parece tan bueno que doy por hecho que todo el mundo va a ponerse a lanzar vítores y hablar sobre él. Este año me ha ocurrido con el décimo álbum de Rachel Taylor Brown, cantautora de Portland (Oregón) que desborda creatividad y magia en sus dieciséis canciones. Me da la sensación de que la esquiva Rachel no es una gran amante de la autopromoción, no hay más que ver material de prensa como la foto de arriba, pero este disco debería venderse por sí mismo. A mí me tiene cautivado: me chivan mis estadísticas de Last.fm que es el álbum que más he escuchado este año, seguido por el Chairs Missing de Wire y el 16 Lovers Lane de The Go-Betweens.
Serpentwithfeet – SoilNo puedo decir que el amigo Josiah Wise componga su receta con mis ingredientes favoritos: ni el R&B contemporáneo ni el gospel figuran habitualmente en mi dieta, pero su manera de fundirlos, retorcerlos, contaminarlos y sublimarlos me maravilló desde la primera escucha. Cuenta, por supuesto, con una voz portentosa, de esas que impactan desde el primer verso, con un vibrato que hace pensar en Anohni y una consistencia casi líquida que le permite fluir sin esfuerzo aparente hacia agudos cegadores y graves inquietantes. Pero la clave, para mí, son sus composiciones minimalistas y a la vez complejas, cuyo espíritu repetitivo me hace pensar a menudo en la música industrial.
Lumerians – Call Of The VoidLos californianos Lumerians fueron canción de la semana en el blog allá por 2011, con el tema que abría su primer álbum, y desde entonces sigo (sin obsesión, tampoco les voy a engañar) su psicodelia contemporánea marcada por el krautrock: siempre hacia adelante, dispuestos para la repetición eterna. Call Of The Void es ya su quinto elepé y vuelve a transportarnos en una alucinada expedición cósmica, con largos e hipnóticos pasajes instrumentales que esta vez también reflejan la influencia de bandas de pop electrónico como New Order.
Laura Gibson – GonersTambién es cantautora y creo que también procede de Portland (Oregón), pero no sé qué tal se llevará con Rachel Taylor Brown. Tampoco sé qué me llevó a escuchar a estas dos mujeres más o menos seguidas (porque, sí, fue la misma semana), pero ambas me parecen asombrosas en su manera de utilizar fórmulas más o menos convencionales para crear melodías mágicas, nunca obvias pero sí pegadizas, alejadas de los recursos trillados de tanto cantautor funcionarial. Goners es un disco pausado y reflexivo, centrado en la muerte y en la huella de dolor que deja en los vivos, y Laura va entonando con su voz gatuna versos repletos de imágenes oníricas y hallazgos ocurrentes: «Quería cantar la verdad, / pero la verdad no rimaba».
La Estrella de David – ConsagraciónYa ven, hace un par de años yo habría dicho que el proyecto de David Rodríguez no era santo de mi devoción, pero ahora lo tengo aquí, en mi minilista y en mi corazón, y voy canturreando por la casa sus versos tiernos y también sus versos chorras. Consagración se ha convertido en mi álbum español favorito del año por esa combinación de pop electrónico a lo New Order (segunda vez que los cito, a ver si voy a ser fan) con ingredientes que no tienen nada que ver con él, por esas letras capaces de aunar lo emocionante y lo extravagante y por esa valentía de hacer algo radicalmente personal en vez de amoldarse a lo comercial. Siempre tengo la sensación de que a este hombre no le costaría nada fabricar hits rutilantes, ultravendibles, de pop redondo y cegador, pero prefiere la libertad de citar Sant Feliu, las cecinas y la catedral de Burgos.
Muy cerca del corte final se han quedado The Left Outsides, Gwenno, Simon Love, Sleepwalker, Hen Ogledd, Axolotes Mexicanos, Brix & The Extricated, Marlon Williams, Terrier, Tony Molina, Low, Bliss Signal, Hailey Tuck, Tracyanne & Danny y Laibach. Y también me han gustado mucho los álbumes de Rata Negra, Los Hermanos Cubero, Susanna, Los Románticos de Zacatecas, The Green Child, Mattiel, Luluc, The Men, Kikagaku Moyo, Surfbort, Art Brut, L.O.X., Resina, Erica Eso, Severine Beata, You Drive, Maarja Nuut & Ruum, Dolores Haze, Daniel Blumberg, Gloria, Nap Eyes y The Lovely Eggs.
Y, por supuesto, el EP de Triángulo de Amor Bizarro, seguramente mi disco favorito del año. Y algún EP más, como los de Serpiente, Bracco, Mere Mortal y BloodRitual.
Ya está hecho. Les dejo con las Noches de blanco Satán de La Estrella de David y aprovecho para desearles feliz Navidad a todos ustedes.