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Canción de la semana: ‘Goners’

laura-gibson¿Quizá sea un poco excesivo traer por aquí a dos cantautoras de Portland, Oregón, en el plazo de un par de semanas? Va a dar la sensación de que estoy preparando una tesis o algo así, pero en realidad ha sido simple casualidad. Una afortunada casualidad, habrá que decir, porque tanto el disco de Rachel Taylor Brown como el de nuestra protagonista de hoy, Laura Gibson, me parecen obras repletas de magia, misterio, complejidad y también sorpresas, que es algo que suelo echar en falta en muchos cantautores. Nuestra nueva amiga Laura es mucho más conocida que nuestra amiga Rachel y acaba de publicar su quinto álbum, Goners, centrado en la muerte y en la huella de dolor que deja en los vivos. “Había sabido durante mucho tiempo que quería hacer un disco sobre la pena. De algún modo, todas las canciones que he escrito tienen algo que ver con la pena. Esta vez, me sentí impulsada a mirar directamente al abismo”, ha comentado la artista. De la ración de muertes que le ha tocado, hubo una que la marcó especialmente: la pérdida de su padre, cuando ella era adolescente, le ha hecho cuestionarse durante toda su vida el sentido de tener hijos y condenarse a padecimientos futuros.

En Goners, el álbum (y también en Goners, la canción), brillan unas cuantas cosas: la voz de Laura Gibson (una de esas voces gatunas y como asordinadas, en la línea de Billie Holiday, por las que siempre he tenido debilidad), los arreglos (de la austeridad de sus comienzos folkies ha pasado a una sutil sofisticación de cuerdas, vientos, percusiones y multiplicaciones de su propia voz), las melodías (nada obvias pero sí muy pegadizas) y las letras, poéticas y repletas de hallazgos sugerentes. “Mentí a mi confesor, / tengo miedo de los niños pequeños, / tengo miedo de los mayores curiosos”, dice en este tema. O también “quería cantar la verdad, / pero la verdad no rimaba”. O la idea central de la canción: “Aquí llega el final, sin barco blanco, sin puesta de sol. / Podría hacerme la sabia, poner ojos valientes, / pero no sé nada, / nunca tuve la intención de ser salvada ni de salvar”. Todo muy abstracto, sí (ella dice que tiene “la lógica de los sueños”), pero claramente centrado en la muerte individual o en el final catastrófico de nuestra especie: goner es alguien desahuciado por los médicos o que, por alguna otra razón, no tiene ninguna posibilidad de seguir viviendo.

 

Por Carlos Benito

Sobre el autor

Periodista de El Correo. Nací en Logroño, estudié en Pamplona, vivo y trabajo en Bilbao.


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