Los vegetarianos que conozco son gente muy respetable pero sin demasiado mérito, porque les gustan más las espinacas y el calabacín que el morcón ibérico o el entrecot sangrante. Sucede igual que con los católicos que, en día de vigilia, arrinconan la carne y se zampan un suculento rape al horno: vale, cumplen la norma, […]