La comida y el sexo tienen muchísimo en común. Son dos instintos básicos, de gran fuerza. El primero nos garantiza la continuidad del individuo; el segundo, la continuidad de la especie. El hombre -como especie- ha convertido a través de su incansable curiosidad, su cultura, su inteligencia, estos instintos en algo más, llámese arte, sensualidad… Una herramienta, sin duda, de seduccion. En esta fecha de San Valentín celebramos muchos el día de los enamorados a través de la gastronomía, que es la comida convertida en ese algo más que nos sirve para seducir al projimo o, mejor, la mente de nuestra pareja. Y es que, como decían los antiguos, no se seducen los cuerpos se seducen las mentes. Ahí van algunas ideas en estos tiempos de crisis:
Lo primero es el ambiente. Nos vamos atrasladar a una cena. Las cenas siempre son más románticas porque en una relativa penumbra nuestros estímulos están más relajados. En esa cena, aparte de poca luz, necesitamos unas velas -la vela nos marca una cadencia de tiempo básica para la seduccion-, un mantel bonito y una puesta en escena diferente a la que tenemos diariamente. Necesitamos estímulos que nos hagan olvidar el día a día. Ya tenemos la puesta en escena y la luz. Sólo nos faltan el olor y la comida.
Necesitamos crear una atmósfera de aromas sugerentes y aqui tenemos un póquer que no falla: el aroma de las rosas, el jazmín, el sándalo y el patchuli; cuatro fragancias afrodisiacas desde tiempos más remotos.
Empecemos con el menú. Seleccionamos un vino. Lo mejor es un buen vino blanco. Yo recomendaría un Gewstraminer, que es muy aromático, fácil de beber y emocionante si no lo conocemos. En este estado de impactos emocionales que nos encontramos, nos embriagará por su facilidad y su frescura envolvente y agradable.
Vayamos con los platos. Empezaremos con un carpaccio de aguacate y mejillones, dos productos considerados afrodisiacos. Son además económicos y cromáticamente muy sugerentes para la ocasión. Se trata de pelar el aguacate, quitarle el hueso y cortarlo muy fino, poniéndolo directamente encima del plato. Después, abris los mejillones al vapor, los ponemos encima del aguacate y hacemos una vinagreta con aceite de nuez -se encuentra en las tiendas de dietética- en una proporción muy pequeña, pues es muy intenso. Además, añadimos zumo de limón y una pizca de orégano. El segundo plato, unas alitas de pollo con canela. Las haremos al papillot -que no es otra cosa que hacer un paquetito con papel de aluminio e introducir dentro las alitas con sal, un chorrito de vino blanco y canela en polvo. Este paquete lo metemos al horno a 200 grados durante 20 minutos y lo abrimos en la mesa, dejando que los efluvios del pollo, el vino y la canela embriagen la papilas gustativas al abrirlo.
Y, antes de que la situación se vuelva imparable, vamos con el postre, que será a base del producto estrella en esto de la seducción afrodisiaca: el chocolate. Lo prepararemos de la siguiente manera. Compramos cobertura de cacao, la fundimos con el secador de pelo, en ese chocolate derretido pero no muy caliente añadimos pimienta negra recién molida y ralladura de lima, dejamos que el chocolate se ponga a temperatura ambiente y lo vamos comiendo a pequeñas cucharadas. Lo ideal seria compartir el recipiente en el medio de la mesa, por aquello de que el roce hace el cariño. Acompañamos esto con una infusión de té con mucha menta fresca, recién rasgada sobre el mismo… Y el resto ya es cosa vuestra