Esta tarde voy a Sevilla a animar al Athletic. Uno de los ritos que no perdono cuando voy al campo es llevar mi bocata de tortilla de patata -creo que es uno de los primeros platos que aprendí a cocinar- porque, amigos, ¡la tortilla de patata es uno de los grandes platos de la historia de la cocina! Cuando la hago, tengo mi mente puesta en el momento del partido, me emociona pensar el momento en que voy a comer un bocata que a veces intercambiamos en el campo, un bocata que te da ánimo cuando el partido va mal y un deleite cuando el partido va bien. Es una maravillosa pausa gastronómica en un momento en el que me convierto en un desaforado hincha y pierdo mis papeles. Son dos emociones la de seguir a mi Athletic y la de comer mi bocata. Hoy será en el Sánchez Pizjuán y espero que sea un deleite.
¿Cómo hago la tortilla? Pelo las patatas y las corto muy pequeñas, las pongo en aceite de oliva, con cebolla, primero a fuego fuerte -para que no se peguen- y luego a fuego suave para darles melosidad y poder percibir bien la densidad del huevo. La hago poco cuajada. Me gusta cocinarla yo mismo. Es un rito que llevo haciendo mucho tiempo -las primeras me las hacía mi abuela; íbamos juntos al futbol-. Hoy hace frío en Sevilla y la meteorología va a ser muy parecida a la de Bilbao, con lo cual me sentiré un poco como en San Mamés. ¡Aúpa Athletic!